domingo, 16 de diciembre de 2018

El dragado debe ser el primer paso para consolidar una verdadera Hidrovía del río Uruguay

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Por José Antonio Artusi 
Durante más de una década el dragado y balizamiento del río Uruguay estuvo lejísimos de ser una prioridad para el gobierno nacional argentino, y eso hizo que el puerto de Concepción del Uruguay languideciera. A contrapelo de lo que pasaba del otro lado del río, donde aún sin contar con las obras de profundización del calado del canal navegable, la República Oriental del Uruguay puso en marcha una política de reactivación de los puertos de Fray Bentos y Paysandú, éste último a pesar de tener condiciones naturales más desfavorables que la terminal portuaria de la Histórica. 
La decisión de la administración del Presidente Macri de revertir esta situación y poner nuevamente al dragado del río en la agenda de las políticas públicas permitió que ambas delegaciones en la Comisión Administradora del río Uruguay se pusieran de acuerdo para llamar a una licitación internacional a los efectos de adjudicar la obra del dragado a 25 pies hasta Concepción del Uruguay, obra que acaba de finalizar y ya comienza a dar sus frutos. Cabe señalar que la obra de dragado debe complementarse adecuadamente con el respectivo balizado, para permitir la navegación segura las 24 horas. Estas acciones están en marcha por parte de organismos públicos de ambos países, y deben extremarse los recaudos para que se finalicen a la mayor brevedad posible.     
El puerto de Concepción del Uruguay se reactiva de la mano de la exportación de rollizos de pino con destino a China, estando abierta la posibilidad de buscar otros mercados como el de la India. Todo esto debe ser sólo el comienzo, pero queda claro, cómo lo dijimos siempre, que el dragado del río Uruguay es una inversión rentable desde todo punto de vista; económica, social y ambientalmente. 
La reactivación del transporte fluvial abarata el transporte y la logística, en un país como el nuestro en el que tenemos uno de los costos más altos de la región en este rubro. Según un estudio de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, con un dólar de combustible se puede transportar una tonelada de carga a una distancia de 25 kilómetros en carretera, 107 kilómetros en ferrocarril y 536 kilómetros por vía fluvial, o sea más de 20 veces que en camión. Esto torna rentables economías regionales que de otra manera no podrían asumir los costos de los fletes. Por otro lado, la reactivación de la cadena logística y de transporte multimodal vinculada a la operatoria portuaria crea una gran cantidad de puestos de trabajo directos e indirectos. 
Desde el punto de vista ambiental, es sabido en todo el mundo que el transporte fluvial es el más seguro y el menos contaminante, contribuyendo de manera decisiva al ahorro energético, a la disminución de la demanda de combustibles y a la menor emisión de gases a la atmósfera. Un trabajo publicado por la Bolsa de Comercio de Rosario destaca que un HP mueve 150 Kg. en camión, 500 Kg. en ferrocarril, y 4.000 Kg. en una embarcación, más de 25 veces que en camión.     
Está claro que son muchas las asignaturas pendiente. Falta diversificar la oferta de exportación desde el puerto de Concepción del Uruguay; a la madera agregarle productos avícolas, arroz, citrus, etc. Mejorar la capacidad logística del puerto para permitir embarcar contenedores, aprovechando la línea de feeders entre Paysandú y Montevideo. Y en el mediano plazo aumentar la competitividad para agregar valor a la producción primaria y, por qué no, exportar productos que excedan el sector agroindustrial. Hay que generar una matriz intermodal integrada de transporte, alimentando el puerto uruguayense con barcazas y ferrocarril. Para eso se requieren inversiones en infraestructura ferroviaria y nuevos puertos barcaceros aguas arriba, como se identificara claramente en el Plan Estratégico Territorial de la provincia hace 10 años. Y más adelante terminar Salto Grande construyendo las esclusas y el canal de navegación, para extender la Hidrovía del Uruguay hasta Corrientes y Brasil, cumpliendo de esa manera con uno de los propósitos del sabio orden de prioridades del acuerdo argentino - uruguayo de 1946. 
La Hidrovía del río Uruguay, integrada a la del Paraná - Paraguay, puede y debe ser una herramienta estratégica al servicio del desarrollo sostenible y la mejora de la calidad de vida de todos los entrerrianos. Hagamos lo que hay que hacer para que sea una realidad...
#CambiemosEntreRíos
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Ahora, el desarrollo...#CambiemosEntreRíos

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Por José Antonio Artusi 
El año que viene los entrerrianos nos enfrentaremos a un dilema fundamental. O seguimos por la pendiente de mediocridad, estancamiento y falta de visión de futuro que han caracterizado a los gobiernos del Partido Justicialista desde 2003 y que nos han llevado a dilapidar sistemáticamente oportunidades de desarrollo o bien nos decidimos a encarar un camino de cambios y transformaciones que debe llevarnos al logro de la provincia pujante y progresista que podemos y debemos ser. 
Entre Ríos puede exhibir enormes recursos naturales, una población distribuida de manera equilibrada, una posición geográfica estratégica en medio del corredor bioceánico central, una sociedad civil llena de iniciativas solidarias, algunas empresas privadas que han logrado insertarse con éxito en mercados globales competitivos, universidades que forman jóvenes que a menudo deben abandonar la provincia en busca de mejores horizontes, y algunos municipios, sobre todo con gobiernos radicales y vecinalistas, que han encarado con éxito los desafíos del desarrollo local; pero a la vez la provincia en su conjunto no ha logrado encontrar una estrategia que le permita aprovechar adecuadamente su extraordinario potencial, y se muestra por el contrario como un territorio rezagado relativamente frente a provincias hermanas, sobre todo las de la Región Centro. 
Tenemos ríos caudalosos que podrían servir para brindar agua potable y saneamiento, generación de energía, posibilidades de navegación, riego y atractivos turísticos (sobre todo si terminamos Salto Grande, obra inconclusa que debe respetar el carácter de multipropósito que tuvo el proyecto que le dio origen). Miles de hectáreas que podrían incrementar drásticamente su capacidad productiva si se construyeran acueductos largamente demorados. Un enorme potencial de generación de energías renovables a través de la biomasa, el sol, y los cursos de agua, que podría ponerse en marcha para generar la matriz energética sostenible del futuro. Un territorio ideal para reconstruir la infraestructura ferroviaria y acercar la producción primaria a los puertos y a las fábricas. Dos hidrovías extraordinarias que deberían integrarse y potenciarse para lograr una red multimodal de transporte que baje costos, reduzca niveles de contaminación y mejore la seguridad. Todo este potencial no puede desplegarse porque tenemos desde hace décadas un Estado provincial ineficiente e inoperante, incapaz de brindar al sector privado las condiciones que todo Estado moderno debe garantizar, con una administración burocrática que absorbe recursos a través de una matriz tributaria llena de impuestos distorsivos y regresivos, que castigan la producción y el empleo y encarecen los bienes básicos. Un Estado que, por otro lado, no brinda adecuadamente a los entrerrianos los servicios que toda sociedad necesita para avanzar en el desarrollo humano, en materia de educación, salud, vivienda, y seguridad. 
Es hora de proponernos firmemente dejar atrás un pasado de frustraciones y desencuentros, y proponernos el ambicioso pero posible propósito de encarar el desafío del desarrollo. Es posible transformar a Entre Ríos en una tierra de oportunidades, que ofrezca a sus jóvenes posibilidades concretas de encontrar aquí un lugar donde puedan vivir una vida plena y explotar al máximo sus condiciones y talentos. 
Está absolutamente claro que ese desafío no puede llevarse adelante por parte de los mismos que vienen gobernando desde 2003 y son los principales responsables de este presente lleno de fracasos y asignaturas pendientes. Asignaturas pendientes que atraviesan el conjunto de las políticas públicas provinciales. En lo institucional, un Estado elefantiásico pero débil, que no ha podido o no ha querido implementar numerosos avances en materia de nuevos derechos e institutos que se incorporaron en la reforma constitucional para mejorar la calidad institucional y los controles en la administración pública y para generar canales de participación ciudadana, hace ya 10 años. En lo económico, un Estado que ahoga la producción con impuestos distorsivos y no genera las obras imprescindibles para mejorar la infraestructura que se necesita para mejorar la competitividad de nuestras empresas. En lo social, un Estado que brinda mal o a medias servicios básicos de educación, salud, y vivienda, y que hace que se agrande cada vez más la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen, llegando a ver con dolor cómo sectores de medios y altos ingresos abandonan la escuela pública de la que supimos enorgullecernos, ante una crisis que sólo parece agudizarse año tras año. Estamos muy lejos de tener un sistema educativo capaz de formar a nuestros jóvenes para desempeñarse con éxito en los empleos que serán demandados en el siglo XXI. Un Estado que se limita a pagar sueldos y que pretende exhibir como logros propios algunos avances más bien generados a partir de acciones puestas en marcha por parte del gobierno nacional, como la recuperación del federalismo fiscal y la financiación de numerosas obras de infraestructura, por parte de una administración federal que no discrimina a las provincias por el color político de sus gobernantes, como fue norma en la Argentina entre 2003 y 2015. 
Gobierna Entre Ríos desde 2003 un partido clientelar y asociado frecuentemente, como en el nivel nacional hasta 2015, a la cartelización en la obra pública, la privatización del juego y el uso discrecional de los recursos públicos, y que por ende no puede sino hacer del Estado un botín puesto al servicio de su propia permanencia en el poder. Convalidar su continuidad es legitimar el atraso y la decadencia. Es imperioso que volvamos a poner el Estado al servicio de todos los entrerrianos, convocándolos a construir juntos un futuro mejor. Ahí radica la verdadera contradicción fundamental en este momento; continuidad de un populismo mediocre que cristaliza las condiciones del subdesarrollo o un cambio republicano y genuinamente progresista que apunta a las grandes transformaciones que la hora demanda. 
En este contexto, la Unión Cívica Radical debe afrontar la enorme responsabilidad de protagonizar la conformación de una coalición de gobierno que represente a la mayoría de los entrerrianos para encarar ese camino de progreso que nos lleve a construir una Entre Ríos más democrática, próspera y equitativa. Cambiemos ha sido, hasta acá, una eficaz herramienta electoral y parlamentaria. Es preciso no desdeñar el inmenso valor que tuvo para evitar la continuidad de un proyecto político populista, corrupto y autoritario, y para brindar equilibrio y alternancia en el sistema institucional argentino, y para recuperar numerosos gobiernos locales en nuestra provincia. Pero a más de 3 años de la histórica Convención de Gualeguaychú resulta necesario reconocer que se necesita dotar a Cambiemos de nuevos atributos. Cambiemos debe transformarse en una verdadera coalición de gobierno, integrada por partidos políticos fortalecidos, que encuentran en la diversidad y en los acuerdos institucionalizados para resolver democráticamente diferencias de matices una fortaleza y no una debilidad. Cambiemos debe ofrecer a los entrerrianos una visión de futuro, un proyecto de desarrollo, una propuesta de crecimiento que se proponga reformar el Estado, dinamizar y modernizar la economía y brindar oportunidades para todos, alejada de las prácticas clientelares y meramente asistencialistas que han demostrado de manera rotunda su fracaso y sólo han logrado reproducir estructuralmente las condiciones de pobreza y marginación. 
Entre Ríos, baluarte de la independencia, cuna del federalismo y la organización nacional, pionera en la gestación de la educación pública y laica, protagonista de la inmigración, la colonización y el cooperativismo, no puede ni debe encarar el siglo XXI sin metas y objetivos claros y sin un plan estratégico de desarrollo que nos indique cómo lograrlos. No podemos resignarnos a perpetuar este presente de oportunidades perdidas y continuidad carente de transformaciones de fondo que nos ofrece el gobierno provincial, es necesario un cambio de rumbo, es menester poner un punto de inflexión que modifique tendencias y nos permita construir de manera democrática y participativa una sociedad más acorde a nuestras enormes potencialidades. 
Entre Ríos puede estar mucho mejor, pero para comenzar a hacerlo posible hay que diagnosticar con precisión las causas de nuestros fracasos. Es hora de cambiar, es hora de protagonizar el desarrollo sostenible que demanda el siglo XXI, para mejorar la calidad de vida de todos los entrerrianos. Para hacer de esta hermosa e histórica provincia, la Entre Ríos que Urquiza soñó. Cambiemos Entre Ríos...
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domingo, 2 de diciembre de 2018

Luis Brandoni en Concepción del Uruguay



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