jueves, 8 de noviembre de 2007

Enrique Mosconi: Un general en pos de un nuevo modelo

La vida y trayectoria de Enrique Mosconi (1877-1940) constituye un andarivel de nuestra historia que permite imaginar un destino nacional distinto al que finalmente terminó prevaleciendo en la segunda mitad del siglo XX. Hoy son menos los que discuten que los países desarrollados alcanzaron ese estadio a partir de una decisiva participación estatal en la construcción de infraestructura y en condiciones propicias para la existencia de una industria de base. Esa discusión, sin embargo, sometió a la Argentina a una larga, crónica y estéril pulseada entre modelos de inserción agroexportadora y modelos de industrialización y sustitución de importaciones; disputas que terminaron por relegar a nuestro país en los mercados internacionales y lo introdujeron en una declinación de sus capacidades productivas que llega hasta nuestros días.

Santiago Senén González*
Fabián Bosoer*


En la revisión de nuestro pasado, es posible encontrar, sin embargo aquellos "eslabones perdidos" de lo que podría haber sido otra historia. Mosconi y Savio, como Lisandro de la Torre o Alfredo Palacios, representaron arquetipos de un "deber ser" que siempre se rescató como un ejemplo a seguir. Pero representaron, al mismo tiempo, arquetipos solitarios de hombres públicos. Singulares entre sus pares, y siempre más admirados que conocidos e imitados.

Hijo de inmigrantes, militar e ingeniero, Enrique Carlos Alberto Mosconi nació en Buenos Aires el 21 de febrero de 1877, cuando Nicolás Avellaneda era presidente. Hijo de Enrico, un ingeniero italiano que llega al país contratado para la construcción de ferrocarriles y vías en Rosario, Córdoba y Mendoza; y de María Juana Canavery, una argentina descendiente de irlandeses. El primero quería un hijo médico; la segunda, un hijo militar que siguiera las tradiciones familiares. Sin duda, las influencias de la madre y el tío, Angel Canavery, quien participó de la Campaña del Desierto, serían decisivas.

Tenía cinco hermanos: dos hermanas mayores, María y Esther, y dos hermanos menores, Ernestina y Ricardo. En 1879 y con solo dos años de edad, es trasladado a Italia con toda su familia, debido al trabajo de su padre. La misma causa que años más tarde, tras la muerte de su madre, los traería de regreso a Buenos Aires.

En la Argentina, Enrico Mosconi se casa con la condesa María Luisa Natti, y para entonces el joven Enrique ya se sentía inclinado a seguir lo que había sido el mandato materno. Ya terminando el bachillerato decide ingresar, en mayo de 1891, al Colegio Militar. Con 17 años, se gradúa el 20 de noviembre de 1894, tres años y medio después, como subteniente de Infantería, con diploma de honor y encabezando el orden de mérito de la promoción de veintidós cadetes.

Con apenas 18 años es enviado a hacerse cargo del Regimiento 7 de Infantería de Línea, en Río Cuarto. En sus ratos libres comienza a redactar el "Reglamento para Infantería en Campaña" que describe detalladamente el empleo de material explosivo, instrucciones para la construcción de puentes. Dicho trabajo comienza a perfilar su vocación abocada al desarrollo de la industria nacional y sus primeros pasos como ingeniero.

En 1896 asciende a segundo teniente. Paralelamente es trasladado a la Capital Federal. Una vez allí decide ingresar a la carrera de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, proyecto que venía madurando desde hacía unos meses. Mientras dedicaba sus horas a los estudios universitarios dirigió una comisión de estudios topográficos en Mendoza, a través de la cual se realizó un relevamiento de información topográfica y estadística de la zona cordillerana. Al año siguiente organiza las mismas tareas en la Patagonia, que concluyen con su proyecto del ferrocarril de Neuquén.

En 1901, Enrique Mosconi, después de cinco años de estudio, egresaba de la facultad con su título de Ingeniero Civil, tras haber presentado y aprobado una tesis sobre un proyecto de embalse para el lago Nahuel Huapi y la colocación de una válvula reguladora en los ríos Limay y Negro, ubicados en la provincia de Neuquén, con el objetivo de habilitar la navegabilidad hasta el Mar Argentino.

En 1903, obtiene el grado de Ingeniero Militar, con solo 25 años, según consta en acta firmada por el entonces Ministro de Guerra, el general Pablo Ricchieri, funcionario del entonces presidente Julio A. Roca. Al año siguiente es enviado, al por entonces Territorio Nacional de Santa Cruz, para levantar el Regimiento 24 de Infantería. En 1904 recibe el premio "General Belgrano", de 50 mil pesos, por un proyecto que había presentado para la construcción de un cuartel de Infantería y otro de Caballería, que debían construirse en el lugar donde hoy se encuentra el Regimiento de Granaderos a Caballo. En su discurso de agradecimiento explica: "...creo que, anualmente, los primeros números diplomados en la Facultad de Ingeniería deberían ser enviados al extranjero, donde se ejecutan esas estupendas obras, orgullo del esfuerzo humano, aptitudes aprovechables después en nuestra marcha hacia delante y, también, porque creo que tales aptitudes deben desarrollarse especialmente en los nuestros para no recurrir tanto a la importación de especialistas, que generalmente no da resultado..."

Las idas y vueltas por Europa

De 1906 a 1908, Mosconi forma parte de la comisión de graduados argentinos enviada a Europa (Bélgica, Italia y Alemania) para realizar un estudio y posterior adquisición de usinas hidroeléctricas y a gas. Para este trabajo, es asignado a los cuerpos de la especialidad de Ingenieros en el ejército alemán. Estuvo durante cuatro años incorporado al Batallón 10 Pioneers de Westphalia, participando de las maniobras imperialistas de 1907, mientras cursó sus estudios de posgrado en la Escuela Técnica Superior de Artillería e Ingeniería de Charlottenburg.

En Alemania también conoce el pensamiento de Friedrich List (1789-1946), economista cuyas ideas industrialistas tuvieron gran influencia en Europa y los Estados Unidos. List pasó más de 20 años en Norteamérica colaborando con representantes del Sistema Americano de Economía Política. En su libro Sistema Nacional de la Economía Política decía que "aquellas naciones que poseen, en la zona templada, un territorio extenso, abundantemente provisto con recursos naturales, dejarían desaprovechada una de las más ricas fuentes de bienestar, civilización y poderío, si no procurasen realizar la división del trabajo y la confederación de las energías productivas conforme a un módulo y esenciales para ello". Esta es la línea de pensamiento que reflejará Mosconi en toda su obra.

En 1909 regresa a la Argentina como Jefe del Batallón 2 de Ingenieros, pero su estadía en el país será por unos pocos meses. A fines de ese mismo año accede a integrar una nueva comisión que se traslada a Europa para adquirir material técnico para el Arma de Ingenieros. Realiza estudios teóricos y desempeña tareas en unidades de telegrafistas y ferrocarrileros en Alemania, Francia y el Imperio Austro-Húngaro.

Regresa a Buenos Aires en enero de 1911 y es destinado a la Inspección de Ingenieros, como auxiliar. El 29 de marzo del siguiente año asciende a teniente coronel y es nombrado Jefe del Batallón 1 de Ingenieros en Campo de Mayo. En 1913 viaja nuevamente a Alemania para la compra de más material para el trabajo de los ingenieros militares, pero la cercanía de la Primera Guerra mundial hace que le sean requisados todos los elementos. En 1914 Mosconi regresa al país y es designado al frente del Arma 1 de Ingenieros. En 1915 es trasladado como subdirector general de Arsenales de Guerra y un año después asume como director del Arsenal "Esteban de Luca", donde comienza a aplicar lo aprendido en Alemania, introduciendo el reemplazo de la energía térmica de carbón por petróleo crudo en hornos de fundición y calderas, y experimentando en fundición de aceros realizados con óxido de Quequén.

Reforma el sistema de arrastre de la ametralladora dándole a ésta un valor táctico del cual carecía; prohíbe en los talleres el uso de maderas extranjeras, y a cambio ordena la utilización de las maderas nacionales; sustituye el cáñamo de importación por el caraguatá mesopotámico, en la fabricación de armería; y se producen granadas de mano de tipo alemán. Repara maquinaria vieja y la pone en funcionamiento a la vez que duplica el índice de producción en los talleres de cartuchería.

Prepara la primera estadística industrial militar del país para poder conocer el tiempo necesario para la construcción de los materiales que una movilización militar requería. Eran ideas provenientes de las teorías económicas "tayloristas" que, por esa época se difundían en el mundo, sobre la maximización del rendimiento en el tiempo de trabajo. Investiga, obtiene y emplea productos del país para la construcción de nuevos cañones para fusil máuser y ametralladoras.

La conquista del espacio aéreo

El 10 de agosto de 1912 el gobierno nacional crea la Escuela de Aviación Militar, sobre la base de un ofrecimiento del Aeroclub Argentino, presidido por Jorge Newbery, que brinda al Ministerio de Guerra, libre de todo costo, su parque aerostático: siete esféricos, gas e instructores. La Dirección de la Escuela es otorgada a una comisión mixta conformada por Newbery, como presidente del Aeroclub y tres miembros de la comisión directiva, un director militar y dos jefes propuestos por el Ministerio de Guerra: Martín López y Enrique Mosconi. Esa fue la primera aparición de Mosconi en el mundo de la aeronáutica en la Argentina y así manifestó su importancia: "...la aviación de nuestro país, especialmente en lo referente a su carácter de arma de guerra, es ya un organismo de la institución militar y por consiguiente corresponde considerarla como parte integrante de la misma..."

El último día de 1917 asciende a coronel. Previo a ello, Mosconi había concretado, a mediados de 1916 el primer raid Buenos Aires – Mendoza, inaugurado el 9 de Julio, en el predio del Aeroclub Argentino. Desde ese momento hasta 1921 se produce un auge de la aviación en el país y Mosconi inaugura varios aeroclubes; entre ellos, los más importantes son los de Rosario y San Isidro. Ese mismo año y con motivo del estreno del espacio aéreo, Mosconi crea un proyecto de rutas aéreas en el que se establecen las diferentes líneas: de transporte, militares y correo postales, así como los caminos a seguir por cada una, los horarios, frecuencias semanales, las medidas, permisos y estaciones.

En agosto de 1912 se crea la Escuela de Aviación Militar. Propuesto por el Ministerio de Guerra, Mosconi integra la dirección de la Escuela. No obstante en 1922 pide al Poder Ejecutivo que disuelva la Escuela Militar; se crea entonces el grupo Nº 1 de Aviación, organizándose de esta manera la defensa aérea nacional. A raíz de conflictos con la proveedora extranjera de naftas para los aviones, la empresa norteamericana, West Indian Oil Company, Mosconi resuelve fundar YPF, organizando "los medios legales para romper los trusts".

A pedido del propio Mosconi, el Poder Ejecutivo disuelve la Escuela Militar de Aviación, por decreto y crea, el 1° de febrero de 1922, el Grupo Nº 1 de Aviación, que se organiza bajo el mando de Jorge B. Crespo. Este queda constituido por una plaza mayor, una escuadrilla de bombardeo, una de caza, una sección de entrenamiento, un parque aeronáutico y una sección fotográfica. En el discurso inaugural, Mosconi expone que "habrá que organizar la defensa antiaérea, como organismo complementario, y la industria de construcciones aeronáuticas, para que el país encuentre dentro de sus fronteras, este importante elemento de defensa nacional". La mayoría del combustible que se consumía en Argentina era importado, y la situación energética del país era muy precaria, ya que la única producción de petróleo se quemaba en calderas para poder utilizarlo.

El día en que nació una idea

Con motivo de la finalización del año militar, la Escuela de Aviación organiza excursiones de entrenamiento que llegarán hasta las fronteras argentinas, previstos para iniciarse una mañana de agosto de 1922. Al llegar el día, Mosconi se encuentra con que la empresa norteamericana Wico (West Indian Oil Company), la única que importaba combustible para aviones en la Argentina, se negaba a suministrarlo sin pago adelantado.

El entonces coronel Mosconi se reunió con el gerente de la empresa para ratificar la noticia. Una vez confirmada, estableció que la empresa no le vendería más nafta a menos que se anticiparan los pagos, Mosconi replicó, según cuenta en su libro: "Advierta que el Servicio Aeronáutico del Ejército no debe un centavo a su compañía; que se trata de una repartición militar solvente y dependiente del Ministerio de Guerra y que, por lo tanto, no sólo me sorprenden sus manifestaciones y su exigencia, sino que las considero impertinentes y no las acepto".

En ese mismo momento, comienza a reflexionar sobre qué pasaría si ese combustible era requerido, no para una simple práctica aeronáutica, sino para la defensa aérea del territorio nacional. Más tarde comentará: "Allí, en el mismo escritorio me propuse juramentándome conmigo mismo, cooperar con todos los medios legales para romper los trusts". La decisión de Mosconi cambió la historia argentina. Fundó YPF, creando con ella una de las obras más importantes del siglo XX a nivel mundial, que más tarde se constituiría como modelo de otras que se fundaron en el resto de Iberoamérica. También hacia esa meta iba Mosconi el 1º de agosto de 1929, cuando YPF rebajó el precio del litro de nafta y tomó "la dirección y el contralor del mercado de combustible líquido en la Argentina". El juramento de 1922, "romper los trusts" se había cumplido.

La primera destilería

Luego de que el 13 de diciembre de 1907 se descubriera en Comodoro Rivadavia el tan preciado petróleo, mientras se buscaban napas de agua para abastecer a la ciudad, fundada en 1901, el tema pasaría a ser de gran importancia nacional, pero las obras para llevar adelante las extracciones no estarían todavía impulsadas con suficientes fuerza y dinamismo.

En junio de 1922, el presidente Hipólito Yrigoyen firma el decreto con el que daría lugar a la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Esta nueva denominación encontraría su razón en una necesidad de centralizar la explotación del mineral, tanto de Comodoro Rivadavia, como de Salta, Jujuy y los recientes descubrimientos de Plaza Huincul, así como de aumentar la producción para satisfacer las demandas nacionales e internacionales que provocaba el momento de entre guerras.

Así es como, después del incidente con la Wico, Mosconi pasaría a ocupar el cargo de Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), tras la asunción de Marcelo T. de Alvear a la presidencia. Ya en su cargo, el cual ocupará durante 8 años, tomará decisiones determinantes en el desarrollo de la empresa, pero cada paso encontraría un sustento teórico fuerte pensado y proyectado por el mismo Mosconi. Durante esos años escribe el libro que acompañaría su obra: La batalla del petróleo. YPF y las empresas extranjeras.

Una vez en su cargo, Mosconi viaja al sur para hacer un relevamiento de la situación en que se trabaja y saber cuáles son las necesidades. Después de cada uno de sus viajes redacta informes que son entregados al gobierno, en los que constan las falencias, desorganizaciones fiscales y administrativas, así como la necesidad de suplantar a las empresas extranjeras que se encontraban explotando petróleo tanto en Comodoro Rivadavia como en Plaza Huincul.

Más tarde, en 1923, redacta un tercer informe que entrega al Ministerio de Agricultura en el que solicita la modificación de la Ley de Minas, para establecer nuevas zonas de reserva y un control estricto del mercado de combustibles. Como primer paso, con decidido entusiasmo, Mosconi proyectó la construcción de la destilería de La Plata. Esta iniciativa marcó un toque de alarma para los trusts petroleros, que iniciaron toda clase de resistencias al proyecto. Sin embargo el Congreso Nacional aprueba el contrato, se pone a disposición de YPF la suma de 24 millones en letras de Tesorería, y se firma un acuerdo con la norteamericana Bethlehem Steel Co. para la construcción de la destilería, la cual es inaugurada en diciembre de 1925, después de un año.

La destilería entra en producción inmediatamente, elaborando nafta, kerosene, fuel oil y a menos de cinco meses de su habilitación comienza la producción de nafta de aviación. El año 1926 señala la entrada de YPF en el mercado de combustibles con sus propios productos. Las ganancias capitalizadas y reservas ascienden a más de 71 millones de pesos; el beneficio líquido del ejercicio es de 6 millones. La producción fiscal de petróleo alcanza a 415.558 metros cúbicos, volumen equivalente al 76,9% del total nacional. Se importan más de 45 mil toneladas de crudo .
Otra de sus grandes obras durante la gestión de Director de YPF fue la electrificación de Comodoro Rivadavia, necesaria para agilizar el modo de producción y explotación de los pozos petroleros del lugar, así como el buen funcionamiento del sector administrativo de la empresa.

Aprovechando la energía libre generada se creó, en 1927, la fabrica de latas, con maquinaria automática. Como dijera el mismo Mosconi "si se hubiese tenido que adquirir esta cantidad de latas (736.538 envases) se habría gastado más de lo que costó su fabricación en la destilería. Esta economía amortizó aproximadamente la cuarta parte del capital total invertido". Otro complemento fue la fábrica de cajones y el aserradero que representó una economía anual de más de un tercio del capital invertido en ella, obteniéndose cajones mejores que los que se compraban hechos. En 1928 se da inicio a la explotación de petróleo en Salta y debido a una intensa exploración llevada a cabo en la zona noroeste, se produjo en 1933 el descubrimiento petrolífero de Tranquitas.

Un precio competitivo para el combustible nacional

En 1927 el modelo de petrolera nacional saca del décimo puesto a la Compañía Británica de las Indias Orientales, produciendo un 6% de crudo por sobre ésta. El comentario del general Mosconi fue: "el concepto que establece el precio uniforme en todo el territorio de la Nación sólo rige en muy pocos países. Con ello consideramos haber implantado un principio de la mayor trascendencia". En tan poco tiempo YPF se había transformado en un principal promotor del bienestar general. El 1º de agosto de 1929 se resolvió rebajar dos centavos el litro y ochenta centavos por tonelada. "La trascendencia de la medida adoptada es histórica. En el preámbulo de su resolución dice que 'tomó esas disposiciones de acuerdo con directivas emanadas de Poder Ejecutivo, que se inspiran en conceptos de solidaridad nacional, fomento de las industrias de transformación, agropecuarias y de transporte, y para establecer una más equitativa relación entre los precios de producción de derivados petrolíferos y los de venta al consumidor, todo lo cual beneficiará en modo muy importante a la economía nacional'". "Desde el 1° de agosto de 1929, fecha en que los trusts petrolíferos inglés y norteamericano quedan definitivamente rotos en nuestro país, los habitantes de la República no sufren más imposiciones que las emanadas de su propio gobierno que decide libre de ingerencias extrañas en todo lo relativo al combustible líquido y empiezan a volverse tierra adentro los millones que hasta entonces tomaban el mar".

Mientras a nivel internacional los trusts subían los precios del combustible, la joven YPF se daba el lujo, a partir del 17 de febrero de 1930, de rebajarlo en seis y medio centavos por litro; lo que, sobre un consumo total anual de 800.000.000 litros, representaba $1.000.000 por semana, para la economía nacional. La importancia de estas estrategias de mercadotecnia, realizadas por Mosconi, encuentran su razón de ser en el convenio Achnacarry –firmado entre Standard Oil, Royal Dutch, Shell y Anglo Persian en 1928– regido por el principio del as is y según el cual cada empresa conservaba la posición que tenía en el mercado en el momento en que se firmara el acuerdo.

La exposición de sus ideas denotaba una preocupación por asegurar los beneficios de la explotación petrolera nacional a través de legislación adecuada. "El monopolio (sin expropiación de las concesiones existentes) acabará con los rozamientos y lucha de intereses –afirmaba el entonces titular de YPF– con los entorpecimientos y falsas canalizaciones de los trámites legales y reglamentarios de los expedientes. Acabará asimismo con la intromisión de elementos extraños en nuestra política interna, con el soborno, cada vez más alarmante. Evitará futuras complicaciones y perturbaciones en nuestra economía, en nuestro derecho y nuestra soberanía. Usufructuaremos así, íntegramente, en paz y tranquilidad, con honor y dignidad, como podemos y debemos hacerlo, los beneficios de nuestras explotaciones petrolíferas".

Pasado, presente y futuro del petróleo

Sin descuidar su pasado académico y previendo la necesidad de formar especialistas en el tema del petróleo, para un futuro no lejano, Mosconi logra que el 30 de diciembre de 1929 el Poder Ejecutivo dé lugar a su proyecto de un convenio entre YPF y la Universidad de Buenos Aires. Este acuerdo establecía que la petrolera otorgaría a la universidad la suma de $50 mil anuales para solventar los gastos necesarios para la capacitación de profesionales en la especialidad.

Así es como Mosconi se convierte en una de las figuras más importantes en la historia de la urbanización e industrialización del país. Pero como cualquier actitud comprometida con la transformación de la realidad nacional, sus decisiones y su pensamiento no concitaron sólo apoyos y generaron resistencias en el pensamiento dominante. Para muchos oficiales, la idea de una economía argentina completamente distinta de la que existía, con su base agraria y su dependencia del comercio exterior, resultaba ilusoria.

A pesar de estas opiniones encontradas, también fueron muchos los oficiales que encontraron en su figura un símbolo y un referente. No solo saludaron con aliento la tendencia hacia la industrialización, sino que se identificaron con ese incipiente nacionalismo económico que procuraba desarrollar los recursos petrolíferos de la Argentina bajo el control estatal. En su carácter de primer Director de YPF (1922-1930), Mosconi se esforzó por demostrar que los argentinos eran capaces de explotar estos recursos sin la participación de concesionarios extranjeros.

"Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera."

Para Mosconi la soberanía nacional no comenzaba ni terminaba en los discursos celebratorios de fechas patrióticas, ni era una metáfora de circunstancia. Creía que los conceptos de soberanía y nacionalidad, eran algo tangible: la defensa del patrimonio argentino, sus riquezas naturales, eran los hombres y mujeres que con su trabajo escriben las páginas más auténticas de la nacionalidad.

Fue un tenaz defensor de los intereses petrolíferos nacionales durante esos ocho años al frente de YPF. Supo impulsar la nueva empresa, no sólo multiplicando su producción sino dotándola de la estructura necesaria para el cumplimiento de sus objetivos. Luego de una prestigiosa carrera militar, Mosconi dedicó su accionar a tratar de conseguir una política que permitiera resultados positivos para el país. Y buscó proyectar, también, esa experiencia a la región.

Mosconi "contagia" su modelo a toda Iberoamérica

Previo a su viaje por varios países de América latina para difundir el modelo industrialista argentino en el tema del petróleo, Mosconi realizó algunas conferencias radiales en las que consideró las relaciones derivadas de la finalización del conflicto chileno-peruano, como ejemplo y punto de partida de sus postulados.

Dijo: "en estos momentos de satisfacción para chilenos y peruanos, deben ambos pueblos escrutar con mirada avizora el porvenir, para comprender las ventajas de todo orden que significaría en el mañana el término de la cuestión de Tacna y Arica y la unión de Chile y el Perú". Y continuó: "La cordialidad, el respeto mutuo, el espíritu fraterno entre Chile y la Argentina, que han existido, existen y deseamos sinceramente se acentúen para bien común, no pueden sufrir disminución ni sentirse rozados por conceptos que expresen justas aspiraciones patrióticas".

"En las relaciones internacionales pueden seguirse dos directivas: la de las intenciones ocultas, origen de la desconfianza que conduce a un recíproco e inútil desgaste de fuerzas, a la exageración del armamentismo, que en los países de América del Sur, por el grado de su desarrollo cultural y económico, sólo es ilusión de fuerza, ya que resulta contraproducente querer acopiar armas y pertrechos bélicos si ello no corresponde al poder económico de la Nación... la inversión de crecidos caudales que, por la razón expresada anteriormente, tendrían fin provechoso si se emplearan en destinos más productivos, que son los que en realidad constituyen la base de la organización de la paz y de la guerra."

"La otra dirección es la indicada para el crecimiento armónico de nuestros organismos nacionales y la firme orientación de nuestros destinos. A ella conducen los acuerdos internacionales, las convenciones aduaneras y las vinculaciones económicas que fomentan el intercambio comercial señalando rumbos de progreso y bienestar, y que para que lleve en sí la garantía de su seguridad tiene la exigencia de una proporcionada organización militar."

"Los países de Latinoamérica que, como el nuestro, explotan petróleo y no posean yacimientos carboníferos o bien no sean éstos comercialmente explotables, deben preservar las fuentes de combustible líquido de toda influencia que no sea eminentemente nacionalista; el combustible constituye la plataforma sobre la que se levantará su futura organización industrial". En 1927, Mosconi decide que sus acciones contra los trusts petroleros no deben limitarse al ámbito nacional y proyecta la ruptura del control de las compañías petroleras internacionales a nivel continental, convirtiéndose en un precursor de los planes de integración iberoamericana. Así fue que, invitado por diferentes gobiernos de la región, inició una gira en barco en la que visitó varios países para dictar conferencias y mantener reuniones oficiales. Sostuvo como prioridad el establecer relaciones con los institutos militares de formación y fue consolidando lazos fraternales, al dejar en cada país una réplica del sable del General San Martín, como un símbolo de unidad americanista.

En Bolivia

El presidente de Bolivia, viendo la necesidad de la importación de petróleo, hace a la Standard Oil Co. una concesión para la construcción de dos oleoductos para llevar petróleo desde Argentina hacia dicho país. Mosconi interviene sin demora, entendiendo que "la concesión es solicitada por la Standard Oil Co., de actuación conocida en el mundo entero, que en nuestro país se ha destacado por sus procedimientos nocivos a nuestra moral, a nuestra política y a nuestro bienestar, y que actualmente se encuentra en litigio ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación con la Provincia de Salta, cuyos decretos recientes restablecen el imperio de prescripciones legales desconocidas por el Poder Ejecutivo del Dr. Corbalán" (gobernador de Salta).

Este pedido le llega a él de mano del Presidente vía un memorándum de seis páginas referente a un convenio provisional de transporte; un anteproyecto de concesión de oleoducto desde la mina Mirtle, sobre el río Bermejo y Manuel Elordi, donde ha establecido depósitos y refinería la Standard Oil Co. Además, pide concesión para construir, paralelamente a las tuberías de petróleo, cañerías de agua, cañerías para conducir gas natural, que podrá ser empleado por el concesionario para cualquier uso privado o público; líneas telegráficas y telefónicas y estaciones de radio, un ferrocarril de vía angosta, las líneas de luz y fuerza eléctrica requeridas y, finalmente, los muelles necesarios en el río Paraguay o en el Paraná.

Mosconi se opone rotundamente a lo que considera tanto una violación de la soberanía nacional como de la de Bolivia: "Considero que no conviene a los intereses de nuestro país acordar la concesión de ninguno de los dos oleoductos en cuestión, el segundo de los cuales constituye un verdadero corredor de 1.500 kilómetros de longitud desde la frontera de Bolivia hasta los puertos de nuestro litoral, que se entregaría a la Standard Oil Co. para uso de ella y del gobierno de Bolivia".

"Semejante solicitud de concesión no corresponde al estado moral y a la capacidad económica, técnica e industrial de nuestro país, en virtud de lo cual el Poder Ejecutivo que nos preside, con altas miras de resguardar la riqueza de los yacimientos y defensa de nuestro patrimonio y de nuestra tranquilidad política, ha concretado y sostiene conceptos monopolistas integrales de la industria petrolífera".

"Es, sin embargo, posible dar satisfacción al pedido del Gobierno de Bolivia tomando nuestro Gobierno a su cargo la construcción de dos oleoductos, es decir, el de Aguas Blancas o Embarcación y el de Cuiba a Formosa, Santa Fe o Campana".

En Colombia y Perú

En Colombia transmite la experiencia argentina sobre el petróleo a hombres del Parlamento y al propio presidente Abadía Méndez en momentos en que Bogotá esta discutiendo un proyecto de ley sobre explotaciones petroleras. Un periodista le pregunta cuál de los dos trusts, el anglo-holandés Royal Dutch o el norteamericano Standard Oil, era preferible por su capacidad técnica, método de trabajo y modalidades.

La respuesta de Mosconi es que "el grupo norteamericano es menos científico, más audaz e impetuoso, dispone de ilimitados recursos financieros, por lo tanto desarrolla un espléndido vigor en las empresas y no reconocen limitaciones en la obtención de sus propósitos y de allí se derivan las reacciones que provocan sus ásperos procedimientos, que comienzan con las manifestaciones personales y se extienden hasta el desconocimiento y el atropello de la soberanía de otros pueblos. El grupo europeo es más científico y metódico en sus planes y en sus sistemas de trabajo es más suave, al extremo que en ciertos momentos pasa inadvertido, más no por eso deja de obtener con habilidad las finalidades que persigue...".

"Al final de cuentas –concluye– los dos grupos son equivalentes y compararía con una cuerda de cáñamo al grupo norteamericano, y con una de seda al europeo; de modo que en respuesta a la pregunta que me hiciera, manifesté que si las dos cuerdas, ruda la una, suave la otra, han de servir para ahorcarnos, me parecería más inteligente renunciar a ambas, y concentrando nuestra voluntad y nuestra capacidad en este problema especial, de características únicas, resolverlo por nuestras propias fuerzas, haciendo con ello un gran bien que las generaciones futuras agradecerán".

Con el modelo argentino de YPF se crea YPFC (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Colombianos). En Perú es recibido por el presidente Leguía y dicta dos conferencias. A su regreso, el 26 de marzo de 1928 en declaraciones al diario La Prensa expresa su especial preocupación por "las perturbaciones que los grandes trusts producen en los pueblos en que operan".

En México

Invitado por el rector de la Universidad de México, y el Departamento de Petróleo de la misma, Mosconi viaja en enero de 1928 y brinda conferencias sobre la novedosa experiencia argentina con el petróleo. Refiriéndose al primer encuentro con el presidente, el general Plutarco Elías Calles, cuenta: "Sus primeras frases fueron de un hondo sentido: 'Ojalá, general, me dijo, Méjico no hubiera tenido nunca petróleo'. ¿Quiere el lector más gráfica y más brevemente pintado el grave problema? ¿No explicaba eso la lucha que aquel gobernante debía sostener en defensa de intereses de los cuales sabía que estaban pendientes otros, los más caros, quizá, de su pueblo, que ha sido siempre un pueblo de libertad y de sacrificio? Recordaré siempre aquellas palabras del presidente Calles y las recordaré como ciudadano argentino que desea que su patria no sufra los males de Méjico, por el único pecado de ser un país rico y aspirar una lógica situación de pueblo libre".

En la misma entrevista, Mosconi felicita al presidente mexicano por "la amplitud de miras que se revela en la manera cómo han abordado y están procurando resolver su problema petrolero, no desde un solo punto de vista, sino en todas sus fases: científica, económica, política y social. Política indudablemente salvadora y benéfica para el porvenir de su país".

" 'Al expresar a usted la profunda satisfacción que nos ha producido su visita y felicitarle personalmente por la obra que han realizado, me permito suplicarle transmita nuestro cordial saludo y haga extensiva esa felicitación nuestra a las personalidades que con usted están realizando la obra a que me he referido y que sin duda merecerá la gratitud de su patria y la simpatía, no sólo de los pueblos de la América latina, sino también de todos los que traten de colocarse en un alto nivel'. He trascripto parte de la carta que al salir de Méjico recibí del ingeniero Paredes, no sólo por el valor que sus elevados sentimientos patrióticos y sus profundos conocimientos técnicos dan a esa comunicación, sino para que el lector advierta de qué manera los hombres a quienes el país hermano ha confiado el cuidado de su riqueza petrolera están trabajando con el fin de que su patria llegue a disfrutar ampliamente de lo que en realidad le pertenece".

"El abastecimiento de petróleo para las necesidades del país es un problema que ha venido ocupando la atención preferente del Gobierno Federal con el propósito de alcanzar una solución que satisfaga los intereses nacionales en forma amplia y definitiva. El Gobierno Federal desea ofrecer una amplia oportunidad para que participen en esta organización el mayor número de elementos nacionales a fin de lograr que la Compañía Petroleros de Méjico S.A., sea una empresa genuinamente mejicana, manejada por mejicanos, para beneficio de los mejicanos".

Un gran aporte para la concreción de PEMEX, la empresa petrolera estatal, lo constituyen las ideas americanistas que Mosconi les expuso. Diez años después de aquella visita, el 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas ordenó la inmediata nacionalización de toda la industria petrolera mexicana.

También en los Estados Unidos

Luego de su recorrida por los países de América del Sur, Mosconi decide visitar los Estados Unidos para conocer algunos establecimientos de importancia dedicados a la exploración y explotación de minerales. En su recorrida, llega hasta una de las destilerías de la Standard Oil, en Bayona. Tras observar y analizar los modos de trabajo y producción llevados a cabo por esta empresa logra establecer algunos parámetros comparativos de balance positivo para Argentina.

A su regreso al país, expresa ante las autoridades nacionales y a los miembros directivos de YPF que ha llegado a conclusiones satisfactorias sobre la eficiencia del personal argentino, de las fábricas y yacimientos, así como sobre los sistemas de trabajo imperantes. Encuentra similitudes tanto en la maquinaria como en la forma de organización interna de la empresa entre un país y otro, fundamento inquebrantable para seguir adelante con sus ideas de industrialización y de independencia económica de Argentina. Pero el sueño no duraría mucho tiempo. Los difíciles años ´30 se acercaban.

Mosconi, acusado de comunista

En setiembre de 1930, cuando se produce el golpe militar conducido por el general José Félix Uriburu, el general Mosconi no acepta plegarse al mismo, lo que produce su renuncia automática a la dirección de YPF, el 9 de septiembre, fecha de su primera detención. Es que, militar comprometido con el orden constitucional, había además intentado organizar una resistencia que no encontró acogida en el depuesto vicepresidente Enrique Martínez. Tras la revolución del 6 de septiembre, con la destitución de Yrigoyen de su segunda presidencia, todo lo referente a políticas y gestiones de industrialización parece quedar en suspenso No resultaba extraordinario que Uriburu designara a un militar para la conducción de YPF, ya que así había ocurrido hasta entonces. Sí resultaba curiosa esa misma medida para la Dirección de Correos y Telégrafos y para la Administración de Ferrocarriles del Estado, cuya conducción había sido desempeñada por civiles. También resulta desconcertante, cuando en 1931, Uriburu designa a un civil en la dirección de YPF.

José Félix Uriburu, militar y político argentino (1868-1932). En septiembre de 1930, cuando se produce el golpe militar y asume la presidencia, el general Mosconi no acepta plegarse al mismo. Inmediatamente presenta su renuncia al cargo de director de YPF, el 9 de septiembre, fecha de su primera detención. El 6 de diciembre es nuevamente detenido, acusado de comunista y de querer realizar un contragolpe. Se le abre un sumario culpándolo de manejar indebidamente el presupuesto de YPF. El sumario abierto es la amenaza suspendida sobre su dignidad.

Pero lo que más preocupaba a quienes habían dedicado varios años de su vida al proyecto de industrialización y de nacionalización de las industrias, son las personas que acompañan al nuevo presidente. Los colaboradores de Uriburu eran, entre los más cercanos, Enrique Santamarina, vicepresidente de la Nación, accionista de Astra (perteneciente a la Standard Oil); Matías Sánchez Sorondo, ministro del Interior, presidente de la Franco Argentina Comercial y Financiera y además abogado de la Standard Oil; Ernesto Bosch, ministro de Relaciones Exteriores y presidente de la Compañía Industrial y Comercial de Petróleo (del grupo de la Anglo Persian) y presidente de Escandinavia S.A.; Ernesto Padilla, ministro de Justicia e Instrucción, director de la Germano Argentina de seguros, vocal de la compañía Técnica e Importadora; Horacio Beccar Varela, ministro de Agricultura, director de la S.A. Argentina de Comodoro Rivadavia (de capitales ingleses), síndico de Austea S.A. (subsidiaria de la Standard Oil) y abogado del National City Bank of New York, director de la Destilería de Petróleo El Cóndor, presidente de Firestone, vocal de Sol Compañía Petrolera y abogado del Frigorífico Anglo, entre otros; Octavio Pico, Ministro de Obras Públicas, con importantes cargos en las subsidiarias de la Standard Oil (Cia. Argentina de Comodoro Rivadavia y Petrolera Andina S.A.

El 6 de diciembre, Mosconi es nuevamente detenido, acusado de comunista y de querer realizar un contragolpe. Luego, se le abre un sumario culpándolo de manejar indebidamente el presupuesto de YPF. "Y ahí comienza el drama para Mosconi. El sumario abierto es la amenaza suspendida sobre su dignidad. El destierro encubierto lo coloca en una condición de prófugo. Se lo castiga por haberse atrevido a enfrentar los trusts extranjeros del petróleo, se lo destierra porque se lo teme. Y él se siente impotente, sin medios a su alcance para modificar la situación. La represión de la dictadura es despiadada. Confina, encarcela, tortura. Las libertades democráticas quedan canceladas. El proceso de subversión institucional, la limitación de las libertades que han de fatigar al país por más de un cuarto de siglo, lo inaugura el régimen uriburista. Bajo su gobierno se instalan y crean los organismos de represión en la policía y en el ejército que después otros regímenes perfeccionarán".

En realidad, el presidente Uriburu se reúne con Mosconi en la Casa Rosada para anunciarle que viajará a Europa en "misión de estudios"; así es como lo envía a Italia con el fin de seguir analizando la evolución de la aviación europea. Parecía ser, en efecto, un destierro disfrazado.

En su libro El petróleo argentino, como testimonio de sus obras y como alegato final a la acusación de aplicar indebidamente el presupuesto de YPF, Mosconi expresa: "Para conocimiento cabal de mis compatriotas, que así sabrán en detalle cómo la organización petrolífera fiscal, que en el mes de octubre de 1922 tenía una cuenta capital de pesos moneda nacional 61.969.912,722 en octubre del año 1930 elevaba esa cuenta a la suma de 228.403.788,402, logrando un aumento de pesos moneda nacional 166.433875,682 para el período 1922-1930."

Regreso a su país para el último adiós

El inmerecido y forzado distanciamiento lo entretiene en Europa solo durante un año. A su regreso al país, Mosconi se encuentra con el general Agustín P. Justo como presidente, antiguo condiscípulo suyo. Este lo designará Director de Gimnasia y Tiro del Ejército. Era otro simbólico desmérito. El viejo luchador quedaba relegado a un papel protocolar.

Poco después, en 1933, un ataque de hemiplejía lo fulminaría, pero la soportaría estoicamente durante casi siete años. El 31 de diciembre de ese mismo año era retirado de oficio, con el grado de general de división.

Plaza Huincul a comienzos de la década del 30.

Mientras comienza los ejercicios de rehabilitación decide dejar testimonio de sus experiencias. Con la ayuda de su hermana Ernestina escribe El petróleo argentino 1922-1930 y la ruptura de los trusts petroleros inglés y norteamericano del 1° de agosto de 1929, que recibe la medalla de oro de la Academia de Artes y Ciencias de Brasil. En él expuso sus ideas centradas en una política de puerta cerrada y monopolio estatal que –según sus palabras– "terminará con la lucha entre los trusts e YPF". En ese sentido, Mosconi afirmó: "Dos organizaciones, la fiscal y la privada, no pueden coexistir, pues representan intereses antagónicos, destinados a vivir en una lucha de la cual sólo por excepción saldrá triunfante la organización estatista. Para asegurar para nuestro país la riqueza petrolera debe encararse a fondo la cuestión, siendo ello imposible de lograr mientras el Estado no monopolice íntegramente la explotación de sus yacimientos."

Debido al éxito de este libro decide recopilar todos sus discursos en el libro Dichos y Hechos y luego redacta La creación de la Quinta Arma y las rutas aéreas argentinas, rememorando sus días dedicados a la aviación. Ya inválido, en el ostracismo político, sin dinero y sin propiedades más que la casa en la que vivía con sus hermanas, en la esquina de Aráoz y Arenales, que había sido comprada por un préstamo al Banco Hipotecario, del que aún restaban varias cuotas, Mosconi fallece el 4 de junio de 1940.

Al día siguiente el diario La Nación publica un obituario destacando las cualidades del militar: "Hace ya tiempo que una enfermedad larga había privado al país de la colaboración sobresaliente del general Enrique Mosconi. Especializado en una de las actividades productoras de la Nación, de mayor repercusión en la economía y en la industria, era un técnico de autoridad y de eficacia indiscutible. Habría sido útil en cualquier época de la República, y en las presentes circunstancias, cuando el problema del petróleo asume importancia tan singular, el fallecimiento del general Mosconi representa una pérdida sumamente sensible".

Además publicaban sus condolencias sus hermanos y sobrinos, los miembros de directorio de YPF, miembros del Aeroclub Argentino, partidarios de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), del Centro de Aviación Civil y del Círculo Militar, quienes se ofrecen a participar de la ceremonia otorgándole al general los mayores honores.

Una consigna: "Romper con los trusts"

A través de los libros anteriormente citados y varios trabajos periodísticos Mosconi logró explicar claramente sus ideas sobre la cuestión petrolera. En una nota publicada en Noticias Gráficas el 17 de septiembre de 1932, señaló: "El país reclama una ley que garantice al pueblo argentino el usufructo total de los beneficios derivados de las explotaciones petrolíferas y que esto se realice en la mayor tranquilidad, libre de la áspera lucha de intereses que pone a prueba, y a menudo mancha, el honor de las personas y la dignidad de las funciones públicas".

"Se trata –continuaba Mosconi– de un asunto demasiado complejo, constituido por múltiples especializaciones que deben ser consultadas para formular un proyecto que coordine con unidad de doctrina las distintas actividades que integran la industria petrolífera y defender así, esta fundamental riqueza pública, establecer el conveniente ordenamiento de su explotación y alcanzar los objetivos que imponen el presente y el porvenir económico de la Nación".

Designado titular de YPF, el general Mosconi consiguió, a lo largo de sus ocho años de gestión, que la empresa pasara de una producción de casi 350.000 metros cúbicos de petróleo en 1922 a más de 872.000 metros cúbicos en 1929, y de un capital de casi 62 millones de pesos en 1922, a uno de más de 228 millones en 1930. Defensor del patrimonio petrolífero del país, puso de manifiesto más de una vez su opinión adversa a los trusts. En el artículo anteriormente citado agregaba, a propósito de un proyecto parlamentario sobre hidrocarburos, que "es decididamente propulsor del capital privado, que en nuestro país forman casi sin excepción, empresas extranjeras filiales de los grandes trusts y, lo que es peor, descuida este proyecto la necesidad de impulsar el desenvolvimiento de YPF, colocado con respecto a los trusts en inferioridad de condiciones".

En esa oportunidad, y ante las controversias suscitadas por "el trance de acaparamiento" de la Standard Oil –efectivizada mediante la concesión petrolífera en Salta– señalo: "me aferro ahora más que nunca al concepto de puerta cerrada y monopolio que terminará con la actual lucha de predominio entre los trusts e YPF, lucha cuya aspereza irá siempre en aumento".


* Santiago Senén González, periodista e historiador, y Fabián Bosoer, politólogo y periodista, son autores de los libros La trama gremial, El hombre de Hierro y El sindicalismo en tiempos de Menem, de Editorial Corregidor, y de numerosos artículos sobre historia del movimiento obrero.


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