domingo, 30 de marzo de 2008

ES LA POLITICA...

Durante la campaña para las elecciones presidenciales del año 1992 en los Estados Unidos, Bill Clinton, quien finalmente resultaría electo, pronunció una frase que pasaría a representar la incapacidad de algunos dirigentes de percibir la realidad del momento y la verdadera naturaleza de los problemas que deben enfrentar. “Es la economía, estúpido” fue lo que desnudó la incomprensión del presidente Bush de las expectativas y esperanzas del pueblo norteamericano entonces.
Los episodios que estamos viviendo hoy en la Argentina refieren a una similar incapacidad para leer la realidad por parte del gobierno nacional. Lo que en su inicio fue una protesta sectorial para defender porciones de renta que el Estado se apropiaría por la vía del aumento de los derechos de exportación, pasó a ser una movilización de la opinión de distintos sectores sociales y económicos, que encontró en la protesta agraria el disparador para expresar su propia disconformidad.
Lo que estamos viviendo en estos días no es ya el reclamo de un sector en defensa de sus ingresos. Es la expresión anárquica, espontánea y contradictoria del descontento de distintos sectores sociales con una forma de ejercer el poder. El discurso de la presidenta tuvo un efecto negativo no por los conceptos que expresó, algunos de los cuales podrán ser compartidos sin duda por cualquiera que los analice objetivamente y de buena fe, sino por el tono imperativo y autosuficiente que caracteriza no sólo a ella sino también a su gobierno.
Muchos de quienes reaccionaron frente a ese discurso no lo hicieron por lo esencial de su contenido sino por la desconsideración de la que se sintieron victimas.
No son las retenciones al campo ni los fundamentos de la política económica. Es el cansancio frente a la prepotencia y a la mentira. Es contrastar las explicaciones sobre la metodología de elaboración del índice de precios con la cuenta del almacén. Son los medios de transporte cotidiano colapsados, una red ferroviaria ineficaz y el tren bala.
Son el superávit del 4% del PBI con provincias y municipios deficitarios.
Es el desprecio y la descalificación a la opinión disonante. Es el rechazo al dialogo como posibilidad de generar consensos.
Este gobierno asumió con la expectativa de generar cambios en la calidad institucional. El Congreso de la Nación sigue siendo ignorado como ámbito fundamental de la Democracia. El Estado continúa ausente en aquellas áreas donde su presencia es imprescindible y el gobierno mantiene a la política ausente como herramienta para encauzar y administrar los conflictos.
El riesgo implícito en estas actitudes es enorme. El retorno a antinomias del pasado puede ser la más benigna de sus consecuencias. La peor sería generar las condiciones para tirar por la borda 25 años de esforzada construcción de convivencia democrática y estabilidad constitucional.
La responsabilidad es de la Presidenta. Tender la mano no es un signo de debilidad, es el gesto de quien se siente fuerte en sus convicciones y sabe que puede llegar a convencer al adversario. Es hora de que la política ocupe su espacio. Es hora de que la Presidenta reconozca que puede equivocarse y que reconocerlo no es una tragedia.
Es hora de que la Presidenta trabaje para la concordia y no para el enfrentamiento entre los argentinos. Es hora de que se de cuenta que es la política, sin que nadie deba decírselo adornado con un calificativo impropio.


27 de Marzo de 2008.
UNION CIVICA RADICAL
Comité de Distrito Carlos Casares

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