lunes, 12 de enero de 2009

Doctrina de Justicia Social: concepción de un radical

Por Jorge E. Cura (*)
La concepción de Justicia Social fue forjada como natural consecuencia de una formación rigurosa en el ideario y en los principios del radicalismo.
UN ENTRERRIANO. Erróneamente atribuido a una creación del peronismo, ese ideario fue concebido por un radical entrerriano, a principios de la década de 1930, más de diez años antes de que Perón volviera a la Argentina, desde Italia, en 1943.Arturo E. Sampay, nacido en Concordia, estudió en Concepción del Uruguay y se graduó de abogado en la Univ. de la Plata, en 1932, donde adhirió al radicalismo. Como profesor de Derecho Constitucional de la UBA, venía impulsando, desde entonces, la reforma constitucional. Sampay adhirió, como Moisés Lebensohn, a la vertiente yrigoyenista del la UCR, militando también en Forja. En la impronta de esa militancia, desarrolló su concepción sobre Justicia Social y promovió, ya desde 1933, su incorporación a la Constitucional Nacional.Destacado constitucionalista, por su amistad personal con Domingo Mercante, entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Sampay es promovido como Convencional para la reforma constituyente de 1949. Allí dejó plasmada la doctrina de Justicia Social: los derechos del trabajador, la familia y la ancianidad, el derecho a la propiedad privada con una función social y el capital al servicio de la economía nacional. Una extraordinaria concepción política atribuida, erróneamente, al justicialismo. La militancia política y la formación ideológica de Sumpay determinan, sin lugar a dudas, que su ideal de Justicia Social se corresponde con una formación y un espíritu congruente con la del radicalismo Como ratificación de esa historia política, Sampay debió exiliarse en Montevideo para escapar de la persecución política por disentir, en 1952, con la continuidad del liderazgo partidario de Juan D. Perón.TRADICION RADICAL. El trascendente devenir histórico de la UCR, donde el juvenil Sampay abreva sus principios, resulta la prueba más contundente de la génesis doctrinaria de Justicia Social. Unicamente un espíritu nacido y cultivado en los principios y valores de una tradición partidaria que prioriza la inclusión y movilización social de los desposeídos hacia la clase media, a la educación, a la libertad y a la democracia, podía concebir un ideal tan racional y humanístico de Justicia Social. Es que este paradigma de inclusión social de los desposeídos se contrapone con la praxis política de populismo clientelístico que favorece la postración y el miedo de los más pobres para quienes la educación queda relegada por la prebenda. Una praxis incompatible con la institucionalidad republicana, valor imprescindible para una concepción de Justicia Social.La UCR tiene inalienables obligaciones, sobre todo, con los materialmente más desposeídos, pues en ellos se perpetra el clientelismo esclavizante. Son quienes más libertad necesitan, pero los que menos posibilidades tienen de ejercerla. Un trabajo digno es el escalón ineludible para acceder al derecho a la educación, primer hito para alcanzar la libertad y, con equidad, su inclusión social y movilización hacia la clase media. Erradicar la pobreza. Urbanizar villas y barrios carenciados incorporándolos a la ciudad. Proveer asistencia en salud, agua, electricidad. Acciones todas que disminuyen el delito y la violencia. RESPONSABILIDAD DOCENTE. El radicalismo, generador del concepto de Justicia Social, que forjó tantos pensadores, es el partido al que más responsabilidad docente le cabe de involucrar a toda la sociedad en los principios que encarnan los valores de la República.Volver la mirada hacia la cultura del esfuerzo, del ejemplo y definir, con claridad, el concepto de Equidad sin menoscabar el derecho de Igualdad, requisito para reconstruir el tejido social de la nación.La sociedad siempre torna su mirada al radicalismo en los momentos de hartazgos. Es que es una institución cuyos principales dirigentes, en la oposición o en el gobierno, fueron honestos y probos. A ningún gobierno radical, ni de Illia, Alfonsín, o De la Rúa, se les puede atribuir la atrocidad de haberse relacionado con la droga y sus consecuencias. Su rica tradición exige la construcción de un partido fuerte, cohesionado en una mejor política, para promover la educación y salvaguardar que la libertad pueda ser ejercida por todos. Los medios como los fines deben concordar con los supremos valores morales y éticos de la Nación. Ella está por encima de los partidos políticos, que son nada más que sus instituciones subsidiarias. Urge recuperar la UCR para proteger la República.
(*) Médico.Docente U.N.R.

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