Por Rogelio Alaniz
Con un mínimo de cintura política los Kirchner podrían haber sancionado una ley de medios con el apoyo de la UCR porque los proyectos de unos y otros eran coincidentes en más de un punto. No fue así. Prefirieron acordar con Bussi y Saadi que abrir juego a una ley mas progresista. ¿Casualidad? No lo creo. Por el contrario, creo que lo que han hecho es un testimonio elocuente de las alianzas que privilegian.
En realidad el gobierno nacional estuvo más dispuesto a dar una lucha por el poder que a preocuparse por sancionar una ley que saliera con el consenso más amplio posible. Para los Kirchner la votación de la madrugada del sábado fue más una revancha por la derrota del 28 de junio que un avance trascendente a favor de la libertad de prensa y expresión. Así lo vivieron y así lo festejan.
Los Kirchner creen que con la aprobación de la ley saldaron cuentas con el pasado. Una vez mas se equivocan. Los cuentas con el pasado no están saldadas porque las causas que las produjeron se mantienen. Las valijas de Antonini siguen siendo un misterio y los problemas del campo no se han resuelto, por el contrario se han agravado. Si a ello le sumamos el crecimiento de la pobreza y los escándalos de corrupción que todos los días le estallan en las manos, llegamos a la conclusión que con la aprobación de esta ley el gobierno puede haber ganado una batalla, pero a la guerra la está perdiendo por paliza.
Honestamente sigo creyendo que a este oficialismo no le importa la libertad de prensa y mucho menos un periodismo crítico e independiente. Todos sus actos apuntan exactamente a lo contrario. Si un animal tiene cola de león, cabeza de león, melena de león y ruge como un león, es mu probable que sea un león. Si los Kirchner en Santa Cruz persiguieron y censuraron, si cada vez que abren la boca es para atacar a un medio o a un periodista, si en las pocas conferencias de prensa que brindan le dedican largas parrafadas hirientes a los periodistas, si un presidente se dedica a amonestar a un modesto movilero, no creo equivocarme demasiado si digo que estamos ante una familia de políticos que ven en la prensa no un control al poder, sino un enemigo a liquidar.
Saadi y Bussi, lo dijeron sin eufemismos: la prensa nos hizo la vida imposible, la prensa y los periodistas. Los señores saben de lo que están hablando. El catamarqueño cree que los diarios fueron los responsables de su caída. No se equivoca demasiado. Todos coinciden en señalar que cuando los periodistas llegaron al aeropuerto de Catamarca con sus cámaras, grabadores y libretas de apuntes, las horas de los Saadi estaban contadas.
“Ramoncito”, como le dicen en Catamarca, sigue convencido de que no cayó por disponer de colaboradores mafiosos comprometidos con el asesinato de María Soledad Morales, o por intentar proteger a los autores de un crimen brutal, o por creer que su provincia era un califato heredado, sino porque la prensa lo atacó sin misericordia. Como se dice en estos casos, el hombre puso el carro delante de los caballos. Sin duda que la prensa fue decisiva para la caída de Saadi, pero no porque haya inventado un conflicto, sino porque dio lugar a que un conflicto, que pretendía ser disimulado entre los pliegues del poder, tomara estado público en Catamarca y en toda la Argentina. Es más, Saadi podría haber maniobrado si lo que se escribía en contra suyo no salía de los límites de la provincia, pero cuando esto no ocurrió le llegó la noche.
A Saadi no lo liquidó la prensa, lo liquidaron sus errores. La prensa lo que hizo fue ampliarlos, pero para que ello fuera posible fue necesario que haya una prensa poderosa y de alcance nacional, las dos cosas que los Kirchner no quieren que ocurra.
A Bussi más o menos le pasa lo mismo. El viejo militar supone que haber asesinado disidentes y levantado campos de concentración fue una gesta patriótica que hoy la sociedad no se la reconoce por culpa de una prensa infame y posiblemente comunista. Los miedos de Saadi y Bussi, también sus resentimientos, no son diferentes a los miedos y resentimientos de los Kirchner. Algo parecido podría de decirse de Berlusconi , el mandamás italiano que ahora se despacha contra la prensa con argumentos parecidos a los Saadi y a los Kirchner, demostrando una vez más que cuando de defender el poder se trata da lo mismo ser abogado, militar o, como en el caso de Berlusconi, empresario mediático.
Se dirá que la ley de medios incluye algunos artículos progresistas que ponen límites a los monopolios. Puede ser. Pero no estoy dispuesto a dejarme seducir por alguna zanahoria antimonopólica cuando estoy convencido de que para quienes deciden, esos articulitos son jarabe de pico destinados a adormecer a distraídos, tontos y a amigos de confundir sus deseos con la realidad.
Insisto: a los Kirchner la libertad de prensa nunca les interesó. Como los autoritarios de todos los tiempos están convencidos que la prensa es la que produce los hechos sociales. Para Saadi, la prensa inventó a María Soledad Morales; para Bussi, los periodistas inventaron sus cuentas en el extranjero y sus crímenes en Tucumán; para los Kirchner, la prensa inventó el conflicto con el campo. Si esto es así, la conclusión es sencilla y descarnada: a lo que hay que liquidar es a la prensa y particularmente a la que puede hacer más daño, es decir a la que tiene más llegada.
Las iras de los Kirchner contra el grupo Clarín no provienen de sus defectos sino de sus virtudes. Si Clarín no ventilaba el caso Antonini o no sacaba en sus pantallas a los piquetes del campo seguiría siendo un amigo al cual se lo continuaría bendiciendo con lisonjas y concesiones. Seamos sinceros: ¿Qué es lo que fastidia al gobierno del grupo Clarín? ¿Que sea un monopolio? No. Lo que le molesta es que los denuncie y que esas denuncias la sociedad las crea, entre otras cosas porque son ciertas.
Las críticas que a los Kirchner les pueda hacer la FM “Barrio Tachito” no les molestan entre otras cosas porque ni ellos se enteran. En cambio las críticas de los grandes medios son otra cosa. En general, todos los que ejercen el poder desconfían de la prensa y yo diría que le tienen más miedo a las verdades que dicen que a las mentiras que traman. Acostumbrados a manipular a la opinión pública, suponen que la historia es una suma continuada de manipulaciones perpetradas por minorías.
En estos temas Menem y Kirchner no piensan diferente. Varían los estilos pero la concepción es la misma porque el maestro es el mismo. Digamos que desde Apold y Visca hasta Menem y Kirchner hay un largo y coherente recorrido con las inevitables variaciones históricas. Hoy Kirchner no puede expropiar a Clarín como ayer lo hizo con La Prensa por más que se muera de ganas de hacerlo, del mismo modo que Pichetto no puede comportarse como Visca.
En un punto coincidían oficialistas y opositores, y es que la ley provocaría efectos devastadores, en el caso de los Kirchner “contra los monopolios”, en el caso de la oposición contra la libertad de prensa. Yo no estoy tan seguro que así sea. Una ley que sale generando tantas resistencias después tiene dudosa aplicación. Como los Kirchner suponen que la política es un campo de batalla sacan una ley delicada como esta a los empujones y como diría Moreno “quebrando columnas y haciendo saltar los ojos”.
Hoy pudieron hacerlo, pero dentro de tres meses el escenario será otro y el margen de maniobra del oficialismo seguirá siendo el mismo porque, bueno es saberlo, con la ley de medios ganaron la votación en el congreso pero no creo que en la sociedad hayan ganado un solo voto. Como Menem en el 2003, los Kirchner disponen del setenta por ciento de la población en contra y con eso porcentajes ni Mandrake el Mago puede pretender ser reelecto.
Fuente: www.rogelioalaniz.com.ar
ALEJANDRO CARBÓ
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Alejandro Carbó Ortiz nació en Paraná el 16 de abril de 1862 y murió en
Córdoba el 1º de julio de 1930. Se destacó como docente y legislador. Tres
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Hace 4 días
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