martes, 24 de noviembre de 2009

A la memoria de Roberto Fleitas

Por José Antonio Artusi
En las buenas y en las malas, sin medir esfuerzos ni sacrificios personales, anteponiendo siempre los intereses de la causa noble y generosa que se había comprometido a defender; jamás pidiendo nada a cambio. Por su forma de conducirse y de comportarse podemos decir que Don Roberto estuvo en las antípodas de aquellos que fueran calificados como “radicales de las horas felices, de las horas del triunfo” , pocos como él estuvieron tan lejos de ser “radicales de la mesa servida y de la gloria barata”. Pocos como él le han tributado en cambio tantos sacrificios al partido


Leo que se han cumplido 10 años de la muerte de Roberto Fleitas. Al inicial y poco original "cómo pasa el tiempo...!" lo suceden la nostalgia y la emoción.
Siento la necesidad de rendirle homenaje a su memoria. Busco en mi archivo, y encuentro las palabras que escribí y leí, para despedirlo en el cementerio de Basavilbaso, hace 10 años. Considero que siguen teniendo vigencia, y las transcribo, con casi idéntica emoción, anhelando que sepamos aprender de su ejemplo:
"Venimos a despedir los restos de un querido amigo y correligionario, en nombre del Comité Departamental de la Unión Cívica Radical, la causa a la que entregó sin desmayos y sin claudicaciones sus mejores y desinteresados esfuerzos a lo largo de toda su vida.
Don Roberto Fleitas nos deja un ejemplo de vida y de militancia; más allá de las circunstancias políticas y de los avatares personales. Don Roberto nos deja un modelo de conducta, signado por el tesón, la perseverancia, la coherencia, el apego a los principios y a la valoración ética de la actuación política por sobre todas las cosas. En las buenas y en las malas, sin medir esfuerzos ni sacrificios personales, anteponiendo siempre los intereses de la causa noble y generosa que se había comprometido a defender; jamás pidiendo nada a cambio. Por su forma de conducirse y de comportarse podemos decir que Don Roberto estuvo en las antípodas de aquellos que fueran calificados como “radicales de las horas felices, de las horas del triunfo” , pocos como él estuvieron tan lejos de ser “radicales de la mesa servida y de la gloria barata”. Pocos como él le han tributado en cambio tantos sacrificios al partido.
Es bueno por eso recordar hoy - cuando lo difícil de alguna empresa nos hace dubitar - las adversidades y dolores que debieron afrontar radicales de ley como Roberto Fleitas en épocas más ingratas y turbulentas de la República. Nos resulta útil hoy – cuando la vorágine de la coyuntura nos hace dudar – repreguntarnos qué significa ser radical, qué compromisos nos reclama, qué conductas nos exige; y podemos respondernos con claridad esos interrogantes recordando la trayectoria transparente y abnegada de Don Roberto Fleitas.
Ese modo de conducirse en la vida y en la arena política lo hicieron merecedor del reconocimiento de muchos que no compartían su doctrina, y aún de muchos de sus circunstanciales adversarios.
Por razones generacionales, me tocó conocer a Don Roberto siendo él ya un veterano dirigente con más años de militancia que yo de vida; y a pesar de esa diferencia su sencillez y respeto nos permitió forjar una relación de amistad que se fue afianzando con los años. Cada campaña, cada vez que el radicalismo requería de nuestros esfuerzos, bastaba ver la predisposición de Roberto a la militancia para sentir que no teníamos derecho a exhibir cansancio o desánimo.
Don Roberto no necesitará homenajes ampulosos y grandilocuentes; su memoria vivirá en el recuerdo emocionado y agradecido de su pueblo, cuyas angustias y dolores conocía perfectamente. Pero nosotros necesitaremos cada tanto recurrir a evocar su trayectoria en este mundo, para que vuelva a marcarnos una conducta a seguir, para que imaginando que nuestras acciones están bajo su mirada, tengamos vergüenza cada vez que nos equivoquemos y erremos el camino.
Será muy duro y difícil venir a Basavilbaso y no encontrar el saludo caluroso y fraterno de Don Roberto al entrar a su querido Comité Hipólito Yrigoyen; pero sabremos que estarán allí presentes su espíritu y sus consignas. Dijo alguna vez Ricardo Balbín que “los hombres jóvenes del partido saben que los muertos ya no dan nada, pero también saben que los muertos han dejado consignas y que esas consignas deben hacerse realidad en el país para ventura de la República ”. Sepa Don Roberto que asumimos el compromiso de seguir luchando para que sus consignas sean realidad. Sus correligionarios le brindamos emocionados nuestro último adiós y le deseamos que descanse en paz.-"

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