jueves, 14 de marzo de 2013

AL GARETE


Concepción del Uruguay, una ciudad a la deriva…
Por José Antonio Artusi
“Al garete” es un término náutico que significa, dicho de una embarcación sin gobierno, “ser llevada por el viento o la corriente”. La segunda acepción del diccionario de la Real Academia española es “ir a la deriva, sin dirección o propósito fijo”, y el tercero, “fracasar o malograrse”. Se trata, lamentablemente, de una expresión que bien puede servir como metáfora de la realidad de la ciudad de Concepción del Uruguay desde hace al menos un cuarto de siglo. En efecto, desde hace años nuestra ciudad es “llevada por el viento o la corriente”, léase por decisiones o por factores que no manejamos los uruguayenses; marcha “a la deriva, sin dirección o propósito fijo”, léase sin rumbo, sin un verdadero plan estratégico de desarrollo; y que “fracasa” en numerosos sectores y ve “malograrse” buena parte de las iniciativas y anhelos de sus ciudadanos. Las consecuencias están a la vista de todos. De todos modos, como a la rana que la sumergen en agua tibia y la van calentando de a poco y no se da cuenta, a los uruguayenses nos pasa algo parecido; es como que nos hemos acostumbrado a la decadencia y el atraso, hemos naturalizado ciertos problemas y por lo tanto casi no los notamos, y no nos escandalizamos ni nos indignamos ante su persistencia.   
Algunos ejemplos: el deterioro y el descuido de los espacios y edificios públicos, la pésima  gestión de los residuos sólidos domiciliarios, la falta de un adecuado servicio de agua potable, la deficiente prestación de los desagües cloacales y la falta de su tratamiento, la creciente inseguridad ciudadana, la epidemia de accidentes de tránsito, el mal estado de las calles, la falta de cuidado del patrimonio arquitectónico, el retroceso relativo en materia de turismo, el deterioro de las playas y paseos públicos, el descuido del arbolado urbano, el creciente déficit de viviendas y las inadecuadas respuestas que frente a él se ensayan desde el Estado, la falta de promoción de inversiones productivas, la parálisis del puerto y el ferrocarril, y la ineficiencia y burocratización, en el peor sentido de la palabra, de la administración municipal, etc., son sólo algunas de las cuestiones que  muestran a las claras que estamos “al garete”.
Esta situación no es nueva, viene de unos cuantos años atrás, pero se ha venido agravando en los últimos tiempos. Desde 1987, las sucesivas gestiones municipales, todas peronistas, más allá de las diferencias de nombres, se han caracterizado por un conjunto de atributos comunes que explican este declinar constante de la ciudad: falta de planificación efectiva del desarrollo local (entendido el planeamiento como “el cálculo que precede y preside la acción”, y no como meros planes-libros que nadie lee y menos ejecuta pues en esa materia somos los campeones del mundo), improvisación permanente en la toma de decisiones de políticas públicas, caprichos de los mandatarios de turno, injerencia indebida de intereses privados (a menudo foráneos) en la definición de las acciones de gobierno, amiguismo, falta de controles y rendición de cuentas, falta de transparencia, participación ciudadana reducida a una consigna estéril y demagógica, clientelismo, etc.. Por lo tanto, no sería justo responsabilizar a la actual gestión, que lleva poco más de un año de ejercicio del mandato, de todos estos males. Sin embargo, tampoco puede dejarse de observar que, pasado ya más de un año, no sólo no se observan señales que permitan abrigar un margen de esperanza, sino que, por el contrario, se verifican algunas decisiones que auguran más de lo mismo.
Un par de ejemplos corroboran lo señalado. Luego del malhadado intento de un grupo empresario foráneo, con el apoyo desembozado del entonces Presidente Municipal y del Gobernador Urribari, de quedarse con el inmueble de la Terminal y con la concesión del Mercado 3 de Febrero para instalar allí un infame casino electrónico a cambio de una canallesca nueva terminal mal localizada y peor diseñada, en lo que constituía un escandaloso negociado en detrimento del patrimonio y del interés público, no le quedó más remedio al actual Presidente Municipal que rescindir aquel vergonzoso contrato. Ese lamentable experimento constituyó la constatación más evidente de que – como dijera Mario Bunge – “quien no planifica es víctima de algún planificador”. Pero resulta que ahora, a tenor de informaciones periodísticas que no han sido desmentidas, el Departamento Ejecutivo Municipal estaría “negociando” con estos empresarios en otros términos, supuestamente más ventajosos para el municipio, pero siempre manteniendo el fabuloso negocio de las “maquinitas”, lo que demuestra lo increíblemente audaz y perjudicial para los uruguayenses que era la propuesta original. Nada debe negociarse con quienes han demostrado burlarse de los uruguayenses y faltarnos el respeto a quienes supimos alguna vez, lejana en el tiempo, ser orgullosos ciudadanos de la capital histórica de la provincia. No necesitamos casinos privados ni trasladar la terminal, sí es imperioso mejorarla, pues hoy es un bochornoso criadero de plagas, la imagen más contundente de la desidia municipal.
Lo más notable es que la propia administración municipal impulsó durante 2010 la revisión del Plan Estratégico que databa de fines de los´90. En Agosto de 2010 se publicó el Documento Principal del Plan Estratégico 2010 – 2025. Por diversas razones, no participé en esa instancia, pero debo reconocer que, más allá de las bondades y déficits del proceso que le dio origen, el Plan contiene un producto interesante, consistente en una Cartea de Ideas-Proyectos, cuya elaboración “se llevó adelante considerando los objetivos de cada eje estratégico  y las opiniones de expertos calificados del ámbito local y provincial”. Pues bien, en esa Cartera de Ideas-Proyectos se hace una mención tangencial al posible traslado de la terminal, pero no precisamente en la localización “planificada” por empresarios privados sino en la intersección de la Avenida Uncal y las vías del ferrocarril (Proyecto 60: Programa de nuevas centralidades urbanas). Obviamente, a ningún “experto calificado” ni a ningún actor social de la comunidad local se le ocurrió concebir la absurda idea de un casino electrónico privado en una ciudad que ya cuenta con un casino administrado por el IAFAS.  
El segundo ejemplo: el Concejo Deliberante acaba de aprobar una ordenanza remitida por el DEM por la que se recategoriza el sector del ex autódromo Mena, quitándole su condición de área verde para transformarlo en un área residencial supuestamente destinada a construir viviendas en el marco de un programa de “erradicación de villas”. No puede dejarse de señalar que el hecho de que se utilice el término “erradicación de villas” y no urbanización u otro similar, dice mucho acerca de la concepción del partido de gobierno sobre el tema, más cercana a la manipulación clientelar y demagógica de las necesidades de los desposeídos que de la promoción del derecho a la vivienda digna y el derecho a la ciudad para todos. En definitiva, se sigue la lógica perversa de los conjuntos de viviendas del IAPV de ubicarlos en áreas periféricas, carentes de equipamiento e infraestructura, a menudo en condiciones de degradación ambiental, constituyendo verdaderos ghettos que atentan contra la integración social. En esta cuestión, el Plan Estratégico no sólo no dice nada de esta idea traída de los pelos y carente de fundamentación técnica, sino que propone alternativas sustancialmente diferentes, de las que nadie se acuerda. Refresquemos entonces la memoria: el Proyecto 19 (Campus Universitario UCU) prevé el “desarrollo del nuevo campus universitario de la UCU en el viejo Circuito Mena (zona Parque de la Ciudad). Este desarrollo incluirá la localización de las distintas facultades de la universidad, áreas deportivas, biblioteca y espacios públicos”. Con respecto a la vivienda social, con buen criterio, y para evitar los horrores urbanísticos perpetrados por el IAPV en localizaciones periféricas e inadecuadas alejadas de todo, el Plan prevé varios proyectos: el 2 (Regularización dominial en sectores vulnerables), el 4 (Programa de Mejoramiento de Barrios), el 63 (Programa de vivienda local), el 64 (Banco Municipal de Tierra), el 65 (Programa de crecimiento urbano controlado), el 66 (Urbanización terreno del ferrocarril), y el 70 (Relocalización Unidad Penal). Nada o muy poco se ha hecho para avanzar en estas iniciativas, al menos que se conozca públicamente. Lo mismo puede decirse del resto de los 95 proyectos del Plan Estratégico.
Es hora de reaccionar. Para no seguir “al garete”…

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