domingo, 30 de marzo de 2008

Estiman que en 2007 cayeron en la pobreza 1,3 millones de personas

Como consecuencia del encarecimiento de los alimentos y de otros bienes, el año último cayeron en la pobreza 1,3 millones de personas, según la estimación de un estudio privado.
De ellas, unas 800.000 pasaron a vivir en tal condición durante el segundo semestre. De acuerdo con los cálculos elaborados por la Sociedad de Estudios Laborales (SEL), en ese período el nivel de pobreza se ubicó en el 30,4% de la población total, mientras que para la primera mitad del año la estimación había arrojado un índice del 28,3%. En el segundo semestre de 2006 el índice oficial había sido del 26,9% y estaba mostrando una clara caída respecto de los niveles alcanzados en 2002 y 2003, cuando más de la mitad de la población sufría la pobreza. El dato de SEL para el período más reciente se traduciría en que hay 10,8 millones de habitantes de la Argentina que viven en hogares donde los ingresos no logran cubrir el valor de una canasta básica de productos. A tal número se llega considerando que los alimentos se encarecieron, entre julio y diciembre últimos, un 7,7%, y no un 2,9% como sostuvo el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Del total de pobres, 3,5 millones son indigentes: significa que no pueden procurarse siquiera la comida para vivir. El cálculo de la pobreza no puede contrastarse con la tasa oficial, ya que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) no publicó el informe sobre indicadores sociales correspondiente al segundo semestre de 2007. Ese dato, de todas formas, habría sido eje de cuestionamientos. Por un lado, por la baja credibilidad de los índices de inflación que llevan a estimar el valor de dos canastas básicas: una de alimentos, que se usa para medir la indigencia, y otra que agrega otros productos a los alimentos, y que se utiliza para calcular el nivel de pobreza. Por el otro lado, el precio de esos conjuntos de productos se compara con el nivel de ingresos de cada familia: este segundo dato surge de los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), un relevamiento cuyos resultados quedaron salpicados, a partir del tercer trimestre de 2007, por la crisis del organismo estadístico. El trabajo elaborado por SEL estima cuál habría sido el índice de pobreza si se considerara la inflación informada por el Gobierno. En tal caso, la tasa sería del 22,4%, 4,5 puntos porcentuales menos que en el segundo semestre de 2006; habría una tasa también inferior a la del primer semestre de 2007, del 23,4%. Así, las personas pobres sumarían 7,8 millones. Si bajó o subió la pobreza (la conclusión de SEL con base en sus estimaciones de precios es la segunda) no es un tema menor: el conocimiento de un repunte de la cantidad de pobres debería ser un llamado de alerta para la planificación de políticas de atención de la realidad social, más allá de que el valor de un índice estadístico poco interese a las familias que sufren las carencias. El informe privado deja en claro que la caída de personas en la pobreza se dio exclusivamente por un aumento de los precios de los productos básicos. Por el contrario, se consideraron alzas significativas en los ingresos percibidos tanto por los trabajadores activos, formales e informales, como por los jubilados. En promedio, se calculó que el ingreso familiar per cápita tuvo un crecimiento interanual del 22%. ¿Por qué eso no alcanzó para mejorar la situación social? Porque en ese período, el valor de la canasta básica se elevó un 37,5%, según el SEL (y sólo un 11,1%, según cifras oficiales). También se tuvo en cuenta un crecimiento de la cantidad de empleos. La estimación de la consultora que dirige el economista Ernesto Kritz arroja para fines de 2007 un precio de $ 176 para la canasta básica de alimentos válida para un adulto varón. Para el Indec, ese valor es de 143. La distancia se acentúa cuando se considera la canasta más amplia. Cuánto se necesita Según el organismo oficial, una familia integrada por un matrimonio joven y dos hijos pequeños necesitó un ingreso mensual de $ 955 para que sus integrantes no fueran pobres. La aplicación de los resultados de un relevamiento de precios realizado por el centro de estudios privado, en cambio, señala que son necesarios al menos 1185. Los productos son los mismos: lo que varía son los precios. Una conclusión paradójica a la que llega el estudio es que, al tiempo que sube la pobreza, cae la desigualdad social. La respuesta a ese subibaja estaría en el hecho de que los ingresos registraron un crecimiento mayor en los hogares con menores recursos. Así, para el 30% de la población ubicado en la parte más baja de la pirámide, el nivel de ingresos subió entre 25% y 26% (índices menores que el encarecimiento de los productos), mientras que para el 30% mejor posicionado la tasa fue del 21%. Así, la brecha entre el ingreso familiar medio de los más ricos respecto de los más pobres disminuyó de 28,3 a 27,1 veces, un índice que aún muestra "una desigualdad muy elevada", pero que no quebró la tendencia hacia un esquema más equilibrado. En 2003, la diferencia era de 36,1 veces. Los valores de ingresos familiares que sustentan la estimación de SEL se basan en datos oficiales sobre la evolución de los salarios de trabajadores privados formales e informales y de los sueldos de los empleados públicos. También se consideraron las medidas dispuestas en cuanto a subas de las jubilaciones y el incremento del número de personas que accedió a un haber previsional por el plan de inclusión que permitió una moratoria de deudas. Y se sumaron estimaciones propias en cuanto a la evolución de los ingresos de los trabajadores no asalariados.

Por Silvia Stang

Fuente: LA NACION

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