miércoles, 16 de abril de 2008

LA UCR, LOS “K” Y LA REPÚBLICA ESPAÑOLA…

Por Enrique Pereira

Días pasados, en una especie de estrafalaria polémica, un “k” que no confiesa que es “k”, me “disparó” una andanada expresando algo así como que los radicales leales al Radicalismo nos creemos héroes como el hijo de Moscardó en el Alcázar de Toledo.
Dado que el “k” que no admite serlo, como coherente con su nueva ideología, pese a que una persona muy inteligente, se prende de un muy astuto (a la vez que muy burdo) ardid de la propaganda fascista que hizo creer el coronel Moscardó se negó a rendir la vetusta fortaleza, pese a que los republicanos amenazaron con matar a su hijo.Incluso en el reconstruido edificio había una grabación trucha de un diálogo entre Moscardó y su hijo Luis, que murió bastante después en una acción de guerra.
Viene a bien recordar el episodio justamente en este día, 14 de abril de 2008, en que se cumplen setenta y siete años de la pacífica llegada de la II República a España, ante la precipitada fuga del rey Alfonso XIII, escoltado y protegido por el gobierno provisional que ese había instalado.
Nunca está demás para los radicales recordar esta fecha, pues fue la U.C.R., encabezados por el presidente del Comité Nacional, Dr. Marcelo T. de Alvear, quienes, con fervor y sin fisuras apoyaron denodadamente la lucha sangrienta que por tres años mantuvo el pueblo español contra el fascismo español, financiado por Mussolini, Hitler y en el país por los eternos intereses de la reacción fraudulenta.
No en vano el jefe del Estado Mayor del Ejército Republicano, el general Vicente Rojo, dedicó la edición de su libro “¡Alerta los pueblos!” al “Ilustre patricio argentino Dr. Marcelo T. de Alvear con la admiración y gratitud de Vicente Rojo”.
Esa República que nació hace casi ochenta años, cuando en la Argentina había una feroz dictadura fascista, la de José Félix Uriburu, en Italia hacía rato que la monarquía cobarde se había regalado al fascismo, en la URSS la libertad era un fantasma errante y en Alemania Hitler marchaba raudo hacia el poder vesánico, bancado por bandas paramilitares y capitalistas poderosos y desalmados. Nació en mal momento para la democracia esa República. El célebre periodista comunista Ilya Ehrenburg escribió un difundido libro para burlarse de los burgueses que querían paz, libertad, progreso y república.
Todo estaba en contra, todo lo terrible, totalitario, cruel y troglodita, desde aceras diferentes, pateaban con ira ese “mal ejemplo” de los españoles, que comandados por hombres de gran saber político, científico, literario, jefes sindicales, estudiantes, y hasta unos cuantos sacerdotes con sentido común, pretendían implantar la venenosa libertad, la demoníaca democracia en tierras alejadas del “bíblico Jardín”, como soñó Machado…
Le hicieron de todo y desde, muchos sitios. Los gobiernos de Francia (socialista), de Inglaterra (conservador), ante el avance nazi, miraban hacia otro lado y Stalin, por entonces oficialmente “padrecito” y posteriormente (y también oficialmente) monstruo, le vendió, a precios de enfermizo usurero, armas al gobierno republicano, a la vez que apretaba al mismo a cambio de influencia en el gobierno de un país en llamas.
En esta tierra nuestra la U.C.R. con muchos de sus dirigentes militando en las organizaciones de apoyo a la República, al igual que ciudadanos de otros partidos y personalidades independientes, trabajaron donando desde harina hasta ambulancias. No se dedicaron solamente a hacer declaraciones solidarias, sino que hicieron solidaridad concreta y verdadera. He ahí la razón por la cual la edición del libro del héroe fue dedicada al Presidente del Radicalismo.Es un orgullo para siempre, un orgullo de los que deben mostrarse, por cuanto es la prueba de la solidaridad con la que se sufre, hasta la muerte, en defensa de un ideal, en defensa de su tierra. Cientos de prominentes radicales anduvieron en esas faenas de tiempos lejanos pero no tanto. Carlos Perette, Eduardo Antonio Solari, Ernesto Sammartino, Silvano Santander, Enrique F. Mihura, Arturo U. Illia, José Peco, Emilio Ravignani, Honorio Pueyrredón, Ricardo Rojas, Aldo Tessio, Eduardo Laurencena, en fin, son miles de radicales de base y de dirigentes, mujeres, que aun cuando no figuraban en las listas, hicieron tanto aportes como los hombres.
Pero ¿Cuál es la razón para hablar ahora de todo esto? Es muy simple, es muy sencillo y muy fácil de entender para quienes, no teniendo bisagras en el lomo, se emocionan ante el dolor permanente de esa tierra tan cercana a nosotros en el corazón, pues allá, muerto el genocida, no se hizo como lo hizo aquí la Unión Cívica Radical, de la mano de Raúl Ricardo Alfonsín.
Allá, en la España franquista, refugio de un montón de capos nazis y fascistas, hubo cientos de miles de asesinados tras la guerra y cifras pavorosas de desaparecidos. Tal vez el más famoso de los desaparecidos sea Federico García Lorca. Allá no hubo CONADEP ni juicio a nadie, pese a que Franco siguió matando hasta pocos días antes de partir hacia el Averno.
Allá no se hizo como en la Argentina, que se juzgó a los mayores criminales. Además de aceptar mansamente al huevo puesto por la serpiente fascista, reciclado en demócrata, se impidió fría, cobarde y deliberadamente que los partidos republicanos participasen de la primera elección. Hubo proscripción, alevosa, infame, precisamente para quienes habían sido las víctimas de la interminable noche cavernaria. O sea, que fue una elección tramposa. Y los desaparecidos siguen desaparecidos, salvo por esfuerzos de entidades de particulares que siguen penando por los restos de sus padres, sus hermanos, sus abuelos….El Pacto de la Moncloa, tan festejado, tiene también sus aristas horriblemente truculentas, hasta indignas.
Quien gobernaba en Entre Ríos cuando murió Franco emitió un decreto laudatorio que ponía al jefe de las horadas fascistas casi a la altura del Mesías.
Escritos de radicales, sin festejar la muerte de nadie, en vez de alabar hasta el delirio, recordaron el sufrimiento de un pueblo durante cuarenta años.
Y el todopoderoso, que llenó de estatuas suyas su país, cambios de nombres de calles, de pueblos y ciudades, que ordenó, además de normas monstruosas, censuras absolutas y crímenes atroces, estupideces propias de un malvado, ignorante y necio, como prohibir los chorritos en los bidés, que se bañasen juntos varones y mujeres en las playas, que se declaró enemigo a muerte del imperialismo yanqui, para luego hacer florecer como hongos cincuenta consentidos Gibraltares… Muchas empresas recibían “prestados” a los presos republicanos, para que trabajasen en situación prácticamente de esclavitud. Alguna de ellas anduvo por estas tierras y esa misma fue mencionada por el presidente de Nicaragua cuando el rey se mandó mudar de la reunión, molesto por eso, no por el ulular de Chavez….
Es bueno recordar ese ensayo noble que fue la II República Española, que en las malas tuvo sus (¿podemos llamarlos “k”, o será una exageración?) tránsfugas y otros que tras ser prominentes dirigentes se mandaron a mudar y algunos regresaron años después, a cambio de guardar silencio, como el famoso pensador que una vez fue tan atrevido que nos ordenó “Argentinos, a las cosas”. Ni vale la pena mencionarlos. No son la Historia, son sus marginales, la borra descartable, como todos y cada uno de los traidores que en el mundo han sido.
Y en este día, en que se cumple un nuevo aniversario de la llegada de a democracia a España, vaya nuestro homenaje sincero hacia sus luchadores, famosos o modestos, campesinos y sabios, médicos y obreros, que dejaron una huella muy grande en la historia mundial por la Libertad.

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