Por Enrique Pereira, Secretario de Formación Política del Comité Nacional.
No se trata de hacer un ensayo ni una novelita narrando los hechos previos.
Nadie ignora lo que venía pasando tras la Revolución del Parque. Nadie desconoce las dos líneas que partían en términos antitéticos la primitiva y fugaz Unión Cívica. Una de ellas estaba hueca y sin ideales, solamente poseída por el enchufismo en sus mil vertientes y variantes, con un poquito menos de codicia y corrupción que el caído gobierno de Juárez Celman y la otra, en cambio, tenía en su seno los anhelos del pueblo, dicho así, simplemente.La convivencia, pese al muy corto tiempo transcurrido, era absolutamente inviable. El ideal contra el signo pesos y el futuro contra lo establecido como dogma: el fraude, la burla a los habitantes, el régimen falaz y descreído por un lado y del otro los argentinos empeñados en empinarse sobre su propia dignidad, cualesquiera fuesen las consecuencias.Es fácil y tentador ceder ante la grandilocuencia y estampar una sarta de frases pomposas, escribir sobre las barbas de Don Leandro, el mutismo de Don Hipólito, la austeridad de Illia.Pero todo eso lo sabemos, como conocemos cada paso de nuestra historia, tema que no manejan varios/as que disertan como un cura lo hacía antes desde el púlpito.Por eso a veces se nos pasan estas fechas, sobre las cuales mas que hablar y que escribir hay que reflexionar. Saber si estamos dispuestos a seguir votando por la Unión Cívica Radical o nos hacemos los distraídos y le quitamos, a veces sin disimulo, el último vocablo, el definidor, el diferenciador, el que nos dio vida. Eso de "radical".Siempre andan, dentro y fuera, algunos "zorritos" y algunos "Bartolos" tratando de cazar bobos y vivos. Y si logran pescar en aguas revueltas es, pura, única y exclusivamente porque nos encontramos entretenidos en enredarnos cada vez en una pelea que a nadie interesa, sino a un pequeño aparatito manipulador, de miras egoístas, estrechas, personales, que confunde a los ciudadanos, que nos miran y ya no nos reconocen.Es tiempo de volver a pensar hoy como, en lo pertinente, en la disyuntiva que tuvieron Alem y los demás, si queremos de verdad, seguir siendo la Unión Cívica Radical, sin maquillajes, sin caretas. O si solamente usamos la sigla, pero no el espíritu que nos dio vida.Entonces, si sabemos elegir bien, no harán falta homenajes. Los harán nuestro propio quehacer, nuestro propio empeño. Y, mas temprano que tarde, la sociedad se espejará nuevamente en nosotros. Nos reconocerá y creerá en nosotros.Es así de simple.Es así de difícil.
ALEJANDRO CARBÓ
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Alejandro Carbó Ortiz nació en Paraná el 16 de abril de 1862 y murió en
Córdoba el 1º de julio de 1930. Se destacó como docente y legislador. Tres
de s...
Hace 4 días
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