viernes, 16 de enero de 2009

Medio Oriente y los dilemas de la guerra

Por Rogelio Alaniz
Se le reprocha a Israel dar una respuesta desproporcionada. Es como que Israel debiera pedir disculpas por su superioridad técnica y militar. O es como si la superioridad técnica y militar fuera un factor del azar y no la consecuencia de un tipo de organización social y política. En política no se puede ser torpe. La desproporción no proviene de la técnica sino de la cultura. Hay guerra porque todas las proporciones fueron avasalladas. La guerra como tal es la responsable de la desproporción. A partir de allí hay ejércitos ganadores y ejércitos derrotados.
El ejercito de Israel es un ejercito profesional, según los entendidos el quinto en el mundo en eficiencia técnica y en capacidad para movilizar recursos humanos. El ejército de Hamas es un ejército partisano, una guerrilla que se confunde con la población para librar sus batallas. Cada cual trata de aprovechar sus ventajas y disimular sus debilidades. Demás está decir que no hay guerra en la que un ejército no se proponga aniquilar a su enemigo. En la guerra se mata y se muere y en el camino se sacrifican valores y mueren inocentes. Eso lo saben todos. Todos los que marchan a la guerra se entiende.
Optar por la guerra es una decisión delicada, pero una vez que se tomó la decisión no queda otra alternativa que ir hasta las últimas consecuencias. Se puede discutir si es justo o no emprender el camino de las armas, pero una vez que se decidió eso no se puede dudar. En la guerra todo, o casi todo, está permitido. Eso es lo terrible y lo inevitable. En la guerra se cometen errorres, pero el más grave de todos es no tomarla en serio.
En Medio Oriente es inútil enredarse en una discusión sobre quién es el responsable bíblico del conflicto. Desplazar la política por la religión ha sido uno de los errores mas serios que se han cometido. La religión se ordena bajo los principios del absoluto, la política sobre la práctica de lo posible. La religión manda, la política negocia. A nadie debe extrañarle que la religión así concebida se predisponga rápidamente a favor de la guerra, mientras que la política tiende a las soluciones razonables. Cuando la religión derrota a la política empiezan a sonar los tambores de la guerra. Esta verdad deben saberla los árabes y no deben olvidarla los judíos.
Los judíos no son santos ni tiernas ovejitas, Tampoco tienen la obligación de serlo porque cuando lo fueron el precio a pagar fue de seis millones de muertos. Su clase dirigente discute y a veces discute con dureza. No sólo discute su clase dirigente, también discute su sociedad. Israel tiene uno de los ejércitos más poderosos del mundo porque dispone de una de las economías y de uno de los centros de producción científica más poderosas del mundo. Estas conquistas son un producto del esfuerzo, de la cultura y de la lucidez. Es su virtud no su culpa. En la guerra sus muertos no son tantos porque hay ciencia, tecnología, millones de dólares destinados a proteger la vida de su gente. También hay valores. Para los judíos la vida vale. Esa es su debilidad, pero también su fortaleza
Como sistema político Israel debe atender a los reclamos de su sociedad que dispone de libertades y de un buen nivel de vida y a los reclamos de la comunidad internacional que le exige cumplir con los compromisos de un estado jurídicamente constituido. Ninguno de esos “obstáculos” preocupan a Hamas. Allí no hay ni sociedad civil ni sociedad política. Hay un pueblo agobiado, humillado y sufrido. Tampoco hay Estado salvo en un punto: en la militarización de sus recursos. Para Hamas el exclusivo atributo de la estatidad palestina son las armas. Bajo estos principios han disciplinado a la gente: el principio militar y el dogma religioso.
La verdad de la política no se la puede conocer sólo por las declaraciones, pero a veces esas declaraciones algo dicen. No conozco ninguna declaración de Israel diciendo que haya que aniquilar a los palestinos. En todo caso lo que se propone es aniquilar a Hamas. Se dirá -me lo han dicho- que Hamas promete destruir a Israel, pero como no puede hacerlo no hay que tomarla en serio. Yo no estaría tan seguro ni sería tan confiado. Ningún jefe de Estado más o menos responsable se quedaría tranquilo con enemigos ubicados a pocos kilómetros de sus ciudades que todos los días se preparan para la guerra final. Por el contrario, creo que si Hamas dice que aspira a destruir a Israel, hay que creerle. Sobre todo cuando su declaración de fe va acompañada de un bombardeo sistemático sobre la población civil.
“Pero no mataron a tantos judíos” dicen los europeos bien pensantes. Es verdad, mataron a algunos y no mataron a más no porque no quisieron, sino porque no pudieron.Y no pudieron porque hubo esfuerzos e inversiones de Israel para proteger a su gente. ¿También por eso Israel debe rendir cuentas?
Los palestinos cuentan con el apoyo de los árabes, pero saben que no deben confiarse demasiado en esa solidaridad. Las masacres más grandes a su pueblo no la han hecho los judíos, las han perpetrado los propios árabes. Jordanos, sirios, kuwaitíes y libaneses se han jactado de asesinar palestinos a mansalva. El mítico Septiembre Negro recuerda la masacre de treinta mil palestinos por parte de los jordanos. La respuesta de los palestinos también fue significativa y permite conocer su lógica: secuestraron y asesinaron a los atletas judíos en Munich. Hussein los masacraba y ellos se vengaban ejecutando judíos indefensos. Lo que se dice una conducta coherente de la que ningún palestino reniega y ningún judío olvida.
Se afirma que en la guerra la primera sacrificada es la verdad. Es cierto. Los combatientes se aferran a su verdad y no pueden permitirse el lujo de tener una mirada ecuménica sobre los hechos. Cada bando tiene su verdad y es la que trata de imponer. La verdad de Hamas es la causa palestina que hoy se confunde con la causa del Corán. Sus aliados son Irán y las organizaciones islámicas de todo el mundo que han jurado luchar a muerte contra Israel.
También contra Occidente. Israel es la playa de los yanquis en Medio Oriente, dicen los integristas musulmanes. No es así exactamente. Israel es en Medio Oriente la frontera de la modernidad. El límite a la expansión fundamentalista. “Después de Israel el Andalus’’ decía el jeque Yassin. Es por eso y no por otra cosa que Medio Oriente es tan importante en el mundo y que 800 muertos allí impactan más en la opinión pública que un millón de muertos en Sudán o en Ruanda.

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