jueves, 17 de septiembre de 2009

EL HAMBRE ES UN CRIMEN; POR UN BICENTENARIO SIN HAMBRE: RENTA BÁSICA YA

Por José Antonio Artusi *
La idea de la Renta Básica de Ciudadanía es relativamente novedosa, pero sus motivaciones filosóficas e ideológicas no lo son. Podemos rastrear las raíces conceptuales de la Renta Básica hasta la Antigua Grecia, que nos legó para siempre la palabra "democracia" y con ella su significado. Eduardo Duhalde lo ha expresado con meridiana claridad en un artículo publicado en Crítica: "la historia, la obra y la conducta del presidente Lula debería llevar a reflexionar a quienes, aquí y entre nuestros vecinos, se oponen no ya a la implementación, sino hasta a la discusión seria y documentada de la idea de que todo ciudadano, por el simple hecho de existir, tiene derecho a un ingreso mínimo que garantice su inclusión en la sociedad y el pleno ejercicio de sus derechos ciudadanos". Duhalde evoca, como es natural, a Evita: "no puedo sino recordar a Eva Perón, cuando decía que, lejos de entristecerla, las injusticias sociales la indignaban. Y tampoco dejar de señalar que en la Argentina hay todavía muy poca simetría entre la energía e indignación puesta por la mayoría de los dirigentes políticos y sociales en enfrentar este escándalo –al decir del papa Benedicto XVI–, en comparación con la que concitan otros temas, importantes sí, pero nunca tan lacerantes como la pobreza". Los radicales, para justificar nuestra adhesión a la idea de la Renta Básica de Ciudadanía, podríamos remontarnos hasta Alem e Yrigoyen y su causa de los desposeídos, pero quizás quien mejor lo puso en palabras fué Moisés Lebensohn: “Proclamamos objetivo eminente del Estado el cuidado de las nuevas generaciones, su desarrollo y educación, que muestre idénticas perspectivas de pleno desenvolvimiento físico, cultural y moral a los hijos de todos los argentinos, en comunidad de condiciones e igualdad de oportunidades. Proclamamos que esta etapa de la historia debe concluir aquí, como en el resto del mundo, con la abolición de la angustia humana, de la inseguridad del hombre ante su porvenir, ante los riesgos de la desocupación, de la enfermedad y de la vejez y ante la incertidumbre de la existencia de sus descendientes.”
Uno de los rasgos más interesantes de la Renta Básica es su pluralismo intrínseco: puede ser defendida desde diferentes visiones ideológicas, se debería tratar en realidad de una reivindicación común de quienes coinciden en la necesidad de fortalecer de manera genuina la democracia republicana; como en algún momento fue una reivindicación de diversas corrientes políticas el sufragio universal. Peronistas y radicales, socialistas y liberales republicanos podemos y debemos levantar la bandera de la Renta Básica sin renunciar por ello a nuestras diferencias en otros campos.
El debate sobre la pobreza y la indigencia ha vuelto a cobrar notable vigencia en nuestro país. Luego de un quinquenio de vigoroso crecimiento macroeconómico, ha quedado absolutamente claro, por si quedaban dudas, que la famosa teoría del “derrame” a la que gustan apelar conservadores y populistas de toda laya es sólo una zoncera más, de las tantas que a menudo se utilizan en nuestro país para enmascarar la verdadera dimensión y el verdadero carácter de los problemas. Digámoslo sin vueltas; sin una rápida y oportuna intervención del Estado para redistribuir ingresos a favor de los sectores más desposeídos de manera automática y con carácter universal, la pobreza, la miseria y el hambre seguirán siendo una tragedia cotidiana, que naturalizamos porque se da todos los días, y por ello no genera la indignación y el estupor que deberían generar. En un país que produce alimentos para varias veces su población, el hambre es un crimen, y si no reaccionamos con propuestas concretas, seremos cómplices de tan horrendo crimen. Las respuestas que se han intentado para luchar contra la pobreza por parte de este gobierno nacional se han caracterizado por su ineficacia e ineficiencia, y en muchos casos por configurar casos aberrantes de clientelismo y hasta de corrupción. Programas que en un principio se concibieron como universales y fueron efectivos paliativos en lo peor de la crisis como el Plan Jefas y Jefes de Hogar luego se desnaturalizaron y perdieron sus atributos positivos. En otros casos, se asiste a un verdadero festival de surgimiento de seudo-cooperativas que – si bien constituyen fuentes de ingreso para sus trabajadores - en muchos casos encubren mecanismos de precarización del trabajo en los municipios y son fuentes de corrupción e intentos de dominación clientelar. Apelar de manera hipócrita al trabajo como la mejor política social sabiendo de antemano que el sistema capitalista genera actualmente altos niveles estructurales de desempleo y subempleo es una forma de negar el problema y de cerrarse a analizar soluciones viables que permitirían reducir drásticamente la pobreza, de la mano de políticas universales y transparentes, que garanticen derechos y no administren favores ni prebendas. Más aún cuando la política económica del gobierno nacional se ha caracterizado por dilapidar oportunidades de crecimiento y desarrollo, sobre todo por su irracional enfrentamiento con el sector agropecuario.
Se ha generado también un debate acerca de si corresponde a la Nación o a la provincia garantizar estos derechos. No podemos dejar de señalar que el Artículo 24 de la Constitución de la Provincia de Entre Ríos reformada en 2008 es claro y está vigente; garantiza el derecho a la alimentación y a un ingreso mínimo que garantice la subsistencia. Hemos presentado un proyecto de ley provincial proponiendo una reglamentación del Artículo 24 a través de la institución de una Renta Básica de Ciudadanía. De todos modos, con una concepción nacional, está claro que sería deseable que un sistema universal de renta básica, comenzando por los niños, y unido a una profunda reforma tributaria, sea responsabilidad del Estado nacional. De lograrse, habría que replantear el modo en el que la provincia garantiza de modo efectivo los derechos reconocidos en el Artículo 24. Mientras tanto, seguiremos insistiendo con nuestro proyecto, que además sería viable si se recuperara el federalismo fiscal.
Existen en el seno del Congreso de la Nación diversos proyectos de ley sobre esta materia. Es responsabilidad de los legisladores nacionales deponer rápidamente diferencias menores en aras de coincidir de manera generosa y patriótica en un gran acuerdo que permita lograr un régimen universal de renta básica de ciudadanía.
EL HAMBRE ES UN CRIMEN. POR UN BICENTENARIO SIN HAMBRE. RENTA BÁSICA YA!

No hay comentarios: