Por Elva Roulet
Las
fuertes lluvias caídas sobre la ciudad de Buenos Aires y sus zonas aledañas han
provocado una verdadera catástrofe con costo de vidas humanas, pérdidas
materiales inmensas, interrupción de servicios indispensables como la luz
eléctrica, alteración de las comunicaciones y del transporte que afectan a
decenas de miles de personas. Este escenario de verdadero caos es el resultado
de la falta de planificación y coordinación de los problemas urbanos por parte
de las jurisdicciones responsables.
En 1984,
hace 29 años, los gobiernos de la provincia y de la ciudad de Buenos Aires
firmaron un convenio que creaba una entidad conjunta, el Área Metropolitana de
Buenos Aires (AMBA), a la que adhirió la Nación por decreto del Poder
Ejecutivo.
De este
modo, las tres jurisdicciones comenzaron un trabajo coordinado para la
realización del diagnóstico y la elaboración de proyectos y ejecución de las obras
necesarias para un tratamiento integral de los problemas, entre los cuales la
cuestión hídrica tenía un lugar destacado.
Entre
otras, se pusieron en marcha las obras de sistematización de la cuenca del río
Reconquista en una superficie total de 1700 km2, orientadas a resolver los
problemas de una población de 500.000 habitantes del área anegada en las
inundaciones de 1985. Se avanzó en el diagnóstico, y un equipo técnico
específico, integrado por científicos destacados, estaba abocado al estudio del
régimen hídrico de las cuencas involucradas.
El cambio
de gobierno en la provincia de Buenos Aires, en 1987, significó el
desentendimiento del proyecto y la desintegración de los grupos de trabajo (que
fueron enviados a casa), lo que culminó con el abandono total por parte de las
otras dos jurisdicciones involucradas, la Ciudad y la Nación, con el acceso del
nuevo gobierno, en 1989. El AMBA había muerto.
Hoy, un
cuarto de siglo después, las tres jurisdicciones no sólo se han desentendido
del problema en su verdadera y grave significación, sin haber casi realizado
obras de ningún tipo.
Más aún,
se encuentran enfrentadas por mezquinas cuestiones políticas: el gobierno
nacional, totalmente ausente, enfrentado con los gobiernos provincial y de la
ciudad, negándoles los recursos que les debe y los avales para la obtención de
los créditos que se necesitan para el financiamiento de las obras, y los
gobernadores de ambos distritos, sin poder acordar ninguna política conjunta,
como lo muestra claramente su enfrentamiento por el tratamiento de los residuos
urbanos en el área metropolitana.
La falta
de realización de las obras necesarias ha configurado el marco carenciado en el
que esta tormenta excepcional produjo los gravísimos daños sufridos. Se
hubieran mitigado sus efectos si se hubiera hecho lo que se debía y lo que hoy,
a través de esta desgracia, todo el mundo advierte. Hoy nos preguntamos hasta
cuándo habrá que esperar para actuar con responsabilidad y racionalidad. Ya se
ha sacrificado el bienestar de una generación de ciudadanos que merecen vivir
mejor..
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