lunes, 2 de marzo de 2009

POBREZA ESTRUCTURAL Y CINISMO

Por Federico Hirsch
“Dentro de poco……. este país se quedará sin pasado. El pasado es aquí algo irreal, como una pantalla de cine. A cada instante , una nueva proeza ( y peor) de la realidad lo sustituye. Ni siquiera es olvido”
Tomás Eloy Martínez
( La novela de Perón)

“Aterrador cinismo”, dijo el entonces Primer Ministro italiano Sandro Pertini, al enterarse por medio de Raúl Alfonsín, de la llamada “ley de autoamnistía” del proceso militar, que pretendía consagrar impunidad por los delitos de lesa humanidad del terrorismo de Estado.
Si bien hay que salvar las distancias obvias entre situaciones, la expresión de Pertini se aproxima a describir la reacción presidencial ante los dolorosos sucesos de Tartagal.
El descubrimiento asombrado de la pobreza estructural por parte de la Jefa de Estado, se pareció mas al comentario de un investigador de Organismo Internacional que a la declaración razonada del Poder Ejecutivo.
“Hay muchos Tartagal” , reflejaba un matutino cordobés, como declaración acusativa de alguien que pretende ignorar que su partido político es el que mas tiempo estuvo en el poder desde la recuperación de la democracia argentina; que lleva (ella misma) casi dos años en el gobierno o que su antecesor, es ni mas ni menos que su cónyuge. Como alguien que, “en campaña”, sitúa la responsabilidad por lo sucedido en un “no lugar” de la historia reciente, borrando el pasado sobre la desesperación del que lo ha perdido todo. Sobreviene la irresponsabilidad pública y la impunidad en un inagotable de populismo de manual.
¿Se le puede admitir falta de información sobre la pobreza estructural, expresada con un histrionismo desopilante, como se le admite la manipulación del INDEC? O la risotada posterior a sugerir similitudes entre Obama y Perón?
Durante el apogeo menemista, del cual los Kirchner fueron socios, millones de dólares de préstamos internacionales destinados a obra pública se perdieron en manos de otro problema estructural que recibió el nombre de latrocinio: la corrupción como sistema., que está mas cerca de su perfeccionamiento de su erradicación.
Al igual que hoy, muchos de esos dineros se destinaron al control político populista del polvorín bonaerense, perdiéndose una inmejorable oportunidad para la realización de infraestructura y obra pública de primera necesidad, durante la bonanza del superávit.
Las soluciones a los problemas que la naturaleza plantea, al menos en este caso, no requieren de adelantos tecnológicos imposibles de alcanzar. Piénsese en el caso de Holanda, o de los países que han logrado mantener cultivos de alimentos en pleno desierto.
Con mucho de sentido común y honradez cívica, los “muchos Tartagal” que descubre la Presidente podrían evitarse, junto con la muerte y la humillación de conciudadanos argentinos.
Aterrador cinismo; porque hay vidas de por medio que ya han sido vividas con insuficiente calidad, y hallan una muerte indigna o una supervivencia sin expectativas.
Luego de estos hechos; se repite la reacción oficial: anuncios por doquier de obras, con funcionarios que ponen cara de preocupación por el ser humano, pero pergeñan alguna escapatoria con los beneficios de la retórica.
Ocurre que; aún; por mas mágico que sea el realismo oficial, no ha podido hacer coincidir los desastres naturales con las necesidades electorales; y la realidad, siempre supera la ficción.
Federico Hirsch (h)

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