TEXTUAL: DISCURSO DE ERNESTO SANZ AL ASUMIR LA CONDUCCIÓN DE LA UCR
Sintámonos orgullosos de ser radicales. Orgullosos de la reforma universitaria y de la Ley 1420. Orgullosos de YPF y de la defensa del patrimonio nacional. Orgullosos de los hospitales públicos y de la Ley nacional de medicamentos. Orgullosos de la libre determinación de los pueblos y del MERCOSUR. Orgullosos del artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Orgullosos del cupo femenino y de la legislación sobre patria potestad y divorcio. Orgullos de nuestro civismo y de haber sido opositores, leales a las instituciones. Orgullos de nuestra resistencia la violencia y las dictaduras. Orgullosos de nuestra pertenencia a la Internacional Socialista demócrata. Orgullosos del Nunca Más y del Juicio a las Juntas. Orgullosos de haber sido correligionarios de Sergio Karakachoff, de Mario Abel Amaya, de Ángel Pissarello o de Felipe Rodríguez Araya, asesinados por creer en la paz, la libertad y el derecho.
Ernesto Sanz estará al frente del Comité Nacional el período 2009-2011
El nuevo titular del Comité Nacional de la UCR, el mendocino Ernesto Sanz, formuló esta madrugada su primer discurso al frente del partido en el que convocó a constituir con "fuerzas afines" un proyecto presidencial con miras a 2011 y pidió "profundizar las coincidencias y minimizar las diferencias" al interior del radicalismo.
Con un mensaje superador, Sanz dejó en claro hoy su intención de fortalecer el Acuerdo Cívico y Social.
A continuación, el discurso completo.
“Quiero en primer lugar saludar y agradecer a todos los delegados del país esta presencia militante que es un ejemplo para el sistema político argentino. Esto es lo que diferencia a una organización política permanente e inmutable de los meros emprendimientos políticos que se constituyen para cumplir objetivos temporales o para satisfacer objetivos individuales.
Hoy venimos a hacer algo más que a elegir una nueva conducción partidaria, venimos a ratificar un rumbo, una doctrina y una conducta. El rumbo lo definimos allá en Rosario, en 200, cuando dijimos que la UCR era un partido político de oposición que no podía compartir un modelo de poder que nada tenía que ver con nuestra historia y con nuestro pensamiento.
Allí dijimos también que nuestro rol, además de resistir, era el de construir una alternativa potente para que la sociedad tuviera opciones dentro de un sistema político como el nuestro. El plantarse firmes, resistir y cuidar la casa se ha cumplido con creces.
No es necesario remover el pasado ni revisar conductas. No estamos hoy acá para eso. Mucho más importante que ese pasado de divisiones y enfrentamientos entre nosotros es este presente que nos permite disfrutar de un partido normalizado, en sus formas, pero lo que es más importante, vigorizado por la fuerza de la reunificación en el fondo de la cuestión. Mi homenaje entonces y una profunda gratitud a la conducción que hoy entrega la posta, en la persona de quien ha sido símbolo de esta etapa, con quien he compartido todas las luchas, mi querido amigo Gerardo Morales.
Como nada es casualidad, sino que este presente responde a una clara y evidente causalidad, hoy los delegados de todo el país han elegido a un correligionario de Mendoza para presidir el Comité Nacional.
Mi provincia fue la vanguardia de los malos y buenos momentos de la historia reciente. Fuimos vanguardia en la ruptura, porque allí comenzó la cosa en 2005, y la sociedad, la gente, último e inapelable juez de nuestras conductas políticas, nos castigó con una dura derrota, fruto de la cual perdimos el control de la provincia.
Pero, felizmente, pudimos ser vanguardia en la reconstrucción, en la reunificación y allí también, hace pocos meses, es misma sociedad nos hizo ganar una elección soñada, con más del 50 por ciento de los votos.
Por eso, mi primer compromiso ante ustedes hoy es que voy a poner todo el esfuerzo para que el modelo de reconstrucción de Mendoza se expanda a todo el país y en 2011 podamos pedirle a la sociedad argentina que vuelva a premiar a un radicalismo unido, fuerte, nacional, federal y con potencia de gobierno que conduzca el destino del país.
Este fin de año ha puesto a prueba a la dirigencia radical y hemos resuelto nuestras cuestiones internas para decirle a la sociedad que con esa misma impronta estamos dispuestos a resolver las cuestiones pendientes de nuestro país.
Debemos profundizar todas nuestras energías para construir, con otras fuerzas afines, la alternativa para gobernar a partir del 2011.
En la dicotomía de las personas y las organizaciones, el eje que las encolumna es el del proyecto común. Hemos tenido un proyecto común el 28 de junio y como no requería de demasiada construcción, sólo era el ponerle la mano en el pecho al autoritarismo, el éxito se tradujo en mucho millones de votos argentinos hastiados por un lado y esperanzados por el otro.
Construir una alternativa de poder en la Argentina de siempre es asumir varios compromisos que desde este momento, como nuevo presidente de la UCR quiero formalizar.
Primero: el compromiso de profundizar las coincidencias y minimizar las diferencias. A mí en la calle los ciudadanos ya no me piden sino que me exigen que busque denominadores comunes para construir hacia delante.
Segundo: el compromiso para erigirse en una alternativa es construir un programa de gobierno que tenga participación social –mucha materia gris para pensar y desarrollar ideas, pero al mismo tiempo muchos protagonistas que habremos de convocar con criterio amplio y federal- y seguridad de cumplimiento –cómo vamos a democratizar los gremios y otros sectores con quienes se pueda acordar una política futura-.
Eso es gobernabilidad, eso es confianza eso es previsibilidad y eso, en buen romance, es apoyo de las mayorías populares para llegar al Gobierno.
No se puede llegar al gobierno sólo con buenas ideas. El tejido de poder requiere además que se puedan cumplir. Además de la idea, del plan y de sus características, debemos reunir a las personas de carne y hueso que están dispuestas a convertirse en sujetos públicos, con todo lo que eso implica en estos tiempos.
Quiero hacer, a partir de mi conducción, una amplia, generosa y entusiasta convocatoria a todos aquellos, radicales o no, que a lo largo y ancho del país crean, como nosotros, que la política sigue siendo una de las más nobles actividades de las personas en sus perspectivas de hombres sociales. A quienes crean que las cosas se pueden cambiar, la UCR tiene un lugar de encuentro y militancia.
Estas palabras están dirigidas especialmente a la juventud. Vamos a salir a buscar jóvenes que estén dispuestos a construir su propio proyecto de vida junto a la política. Esta conducción va a privilegiar en su trato cotidiano a todos aquellos que aporten aire fresco, ideas nuevas prácticas modernas y, sobre todo, imbuidos de un espíritu constructivo.
Dejemos de hacernos cargo del pasado para hacernos cargo del futuro: adoptemos como conducta diaria la responsabilidad radical de asumir lo que vendrá.
Así como la vida me dio el privilegio de despedir a Raúl Alfonsín en nombre de una generación que nació a su amparo, hoy tengo el privilegio de decirle a mi generación que tenemos una oportunidad histórica. No la podemos desaprovechar con mezquindades, vanidades y mediocridades. Convoco a la grandeza, la generosidad y la responsabilidad.
Otra gran ratificación es la de nuestra doctrina, pero en contacto con nuestra realidad. La transformación humana con un sentido ético, que hoy debe ser adaptada al proceso democrático que ya tiene más de 25 años.
En los últimos tiempos ha emergido un fenómeno sociológico que afecta la sustentabilidad democrática: el descreimiento social en la capacidad del sistema para mejorar la vida de los ciudadanos. Por eso hay que consolidar el concepto de democracia de bienestar. Para eso, hay que focalizar nuestras acciones en el principal flagelo de la Argentina hoy: la profunda desigualdad de su tejido social. Los desposeídos de hoy están sometidos por un sistema de desigualdad crónica que la política no ha podido transformar. La democracia social no debe ser más conservadora y humanizar lo inevitable, porque seguirá cayendo en el asistencialismo. La democracia social, con la UCR a la cabeza, tiene que combatir la raíz con espíritu transformador para generar una revolución de equidad social con dignidad y derechos. Más igualdad para más dignidad y mejores derechos.
Y aquí entra la ética de la solidaridad. Necesitamos un estado social democrático y republicano, por un lado; en armonía con una sociedad de ciudadanos comprometidos y solidarios, por el otro. Allí está nuestra proa: Estado y sociedad para darle a la democracia formal el contenido ético, social y republicano.
En tercer lugar, hay que ratificar la conducta de la UCR: ser un partido centenario no tiene tanto que ver con el almanaque sino con la inmutabilidad de los principios y la conducta. Doctrina para que nos entiendan y conducta para que nos sigan, la consigna de Moisés Lebenhson.
Hay que ratificar la conducta moral para luchar por el poder, como herramienta de transformación social que modifique en justicia social el orden natural injusto.
Hay que ratificar la conducta republicana también, para demostrar que la política está al servicio de la sociedad y no la sociedad al servicio de los intereses personales y mezquinos sus dirigentes.
Hay que ratificar la conducta democrática en definitiva, para hacerse cargo de lo que la propia democracia nos indica: cuando se gana, con la unidad de no sentirse dueños de nada, sólo mandatarios del cambio; y cuando se pierde, con la humildad de aceptar los errores y la grandeza de enmendarlos.
Hablando de conducta, la primera decisión de este Comité Nacional es convocarnos todos el próximo jueves a Corrientes a defender el voto popular, a defender el federalismo y a defender lo mejor de nuestra tradición.
Quiero cerrar pidiendo permiso a la Convención Nacional para repetir las palabras de quien la presidiera en aquella histórica reunión en Rosario.
Sintámonos orgullosos de ser radicales. Orgullosos de la reforma universitaria y de la Ley 1420. Orgullosos de YPF y de la defensa del patrimonio nacional. Orgullosos de los hospitales públicos y de la Ley nacional de medicamentos. Orgullosos de la libre determinación de los pueblos y del MERCOSUR. Orgullosos del artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Orgullosos del cupo femenino y de la legislación sobre patria potestad y divorcio. Orgullos de nuestro civismo y de haber sido opositores, leales a las instituciones. Orgullos de nuestra resistencia la violencia y las dictaduras. Orgullosos de nuestra pertenencia a la Internacional Socialista demócrata. Orgullosos del Nunca Más y del Juicio a las Juntas. Orgullosos de haber sido correligionarios de Sergio Karakachoff, de Mario Abel Amaya, de Ángel Pissarello o de Felipe Rodríguez Araya, asesinados por creer en la paz, la libertad y el derecho.
Sin creernos infalibles ni superdotados, que no lo somos, sintámonos orgullosos de nuestro pasado y redoblemos nuestro trabajo para ser dignos continuadores y sucesores de nuestros mayores.
Recuperemos a propósito de nuestros desvelos y quehaceres en la política argentina aquella antiquísima palabra: el honor, que es la que da cuenta del orgullo atravesado por la ética.
Así se entenderá mejor qué nos convoca cuando entonamos la marcha de la UCR en su párrafo más bello: Adelante radicales, por la Patria y el honor, por la libertad del pueblo que está en nuestro corazón.
La UCR, desde su impronta republicana, federal y comprometida con la igualdad, articulará el espacio progresista y plural que conducirá al desarrollo de la Argentina.
No tengo dudas de que miles de argentinos querrán sumarse con entusiasmo al desafío de construir el rumbo de un país para todos y todas, que desde la UCR, encaminados por la grandeza de nuestra doctrina y guiados por la coherencia de la histórica conducta radical, llevaremos adelante la dignidad del pueblo y el honor de la República”.
Buenos Aires, 5 de diciembre de 2009
ALEJANDRO CARBÓ
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Alejandro Carbó Ortiz nació en Paraná el 16 de abril de 1862 y murió en
Córdoba el 1º de julio de 1930. Se destacó como docente y legislador. Tres
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