Por el Comité Nacional de la Juventud Radical
Artículo editorial del Boletín Nº 4 de Información y de Lecturas.El próximo 8 de julio se cumplirán 20 años de la primera sucesión presidencial desde el retorno de la democracia en 1983. Para ubicar un hecho semejante a lo que aconteció aquel día en que los candidatos del Frente Justicialista Popular Carlos Menem y Eduardo Duhalde asumieron, respectivamente, como presidente y vicepresidente de la Nación, se debía remontar casi 61 años de historia argentina, cuando Yrigoyen asumió su segunda presidencia sucediendo a Marcelo T. de Alvear.
Desde aquel 8 de julio de 1989 el peronismo ha gobernado Argentina contando con amplísimos recursos institucionales. Cabe enunciar la mayoría en ambas cámaras del Congreso de la Nación y en particular el control ininterrumpido del senado desde 1983. Los gobiernos de las provincias: 17 en 1987, 14 en 1991, 1995 y 1999, 16 en 2003 y 2007 (1), entre ellas la populosa provincia de Buenos Aires (alrededor del 37% del electorado nacional), en la cual gobierna desde 1987. En punto al primer estado argentino, sólo una de las cinco elecciones a gobernador que hubo luego del acceso al gobierno provincial del peronismo bonaerense pueden calificarse de competitivas, imponiéndose en las otras por márgenes amplísimos (2). Omitiremos considerar lo relativo al Poder Judicial.
En el medio de 20 años de gobiernos peronistas, 2 años y 10 días del último gobierno radical. Al efecto, es de destacar un artículo escrito a fines de 1999 por Antonio Cafiero luego del triunfo electoral de la Alianza cuyo título rezaba que el peronismo seguirá gobernando, fincando sus argumentos en el control de las provincias (3)y del senado nacional.
Mirada las cosas desde cierta perspectiva, la experiencia de la Alianza fue exactamente eso, una experiencia de dos años en el marco de veinte años de peronismo. El intento - muchas veces insuficiente- de estudiar y analizar las cosas para comprender y entender no se aviene con la provisión de mecanismos de argumentación efectistas (chicanas), pero es dable afirmar que la fuerza política dominante y por ratos hegemónica no ha resultado eficaz para gobernar la Argentina en beneficio de los argentinos. Han gobernado mal, muy mal.
Por cierto que los puntos de vistas varían en función del lugar de donde se mira, que la eficacia para gobernar está probada en el hecho que han gobernado, y en la conclusión quizás posible, atendiendo a ciertas argumentaciones convergentes, que el peronismo no ha gobernado nunca. Y es que los ’90 fueron los años del neoliberalismo, década en la cual hubo quienes negaron la condición peronista de Menem y el menemismo. Análoga situación se escucha hoy en relación al kirchnerismo.
Es saludable que se tienda últimamente a la utilización del adjetivo complejo cuando se hace referencia a problemas, cuestiones, procesos históricos. Admitir la complejidad de las cosas y los casos invita a estudiarlas y discutirlas, constituye un rechazo a la simplificación, la esquematización y el consignismo. Los valores prácticos de la democracia tienen mayores posibilidades allí donde el maniqueísmo se diluye y las antinomias (pueblo/antipueblo, bueno/malo) reducen su validez y dejan lugar a otras consideraciones.
Por eso mismo, sostener que el peronismo ha gobernado mal es una simplificación, a la cual, sin embargo, es válido acudir cuando se trata de entender el estado de las cosas en la amplia geografía argentina. La democracia argentina precisa un peronismo que se haga cargo de su historia y su rol en los fracasos argentinos. Que con modestia asuma sus responsabilidades.
NUEVOS ESCENARIOS.
Desatado el conflicto originado por el aumento de las retenciones a la exportación de productos agrícolas en una escalada por parte del oficialismo que muchos calificaron de irracional, la movilización del campo argentino, de las ciudades y pueblos que agregan valor o proveen servicios a la producción agropecuaria, sumada al malestar acumulado hacia el gobierno (rechazo a formas autoritarias de manejo de la cosa pública, corrupción, pérdida del poder adquisitivo y negación del fenómeno inflacionario) llevaron a que este perdiera en pocos meses la centralidad absoluta de la vida política nacional luego de cinco años de ejercicio del poder casi sin resistencia efectiva.(4)
La solución en el marco del Congreso de la Nación al agudizado conflicto por las retenciones –donde debe destacarse la actuación de los bloques parlamentarios del Partido- abrió las puertas para la revalorización de la institucionalidad republicana e hizo más visible la necesidad de articular la oposición política al gobierno. La celebración de los 25 años de vida democrática el 30 de octubre del año pasado constituyó un marco propicio para resaltar los valores prácticos de la democracia, principalmente la moderación frente a la exaltación y la vocación de diálogo. El Radicalismo se vio reivindicado socialmente por vez primera desde el 2001.
Por otra parte, mientras candidatos radicales ganaban las elecciones municipales por amplio margen en dos importantes ciudades del centro del país -Río Cuarto el 22 de junio y Santa Rosa el 31 de agosto- la ruptura con el gobierno del grueso de los radicales que integraron el Frente para la Victoria motorizó la idea de reunión de la gran familia radical.
En este punto, el Comité Nacional de la Juventud Radical se expidió y actuó con claridad y contundencia desde su reorganización en 2004 (ver al respecto
http://juventud.ucr.org.ar/nota.php?NOTAID=444) en cada instancia que fue necesario afirmar el rol opositor de la Unión Cívica Radical no como partido de oposición, sino como partido en la oposición, oposición que debe ser ejercida con lealtad y responsabilidad, pero sin pasarse al bando del adversario en la competencia electoral.
Sin embargo, desde las organizaciones juveniles del Partido hemos abonado el diálogo entre radicales en la medida que se entiende la necesidad de construir un gran proyecto nacional que brinde equilibrio a la República y se proponga democratizar la democracia argentina en términos de mayor libertad de la mano de condiciones socioeconómicas básicas que posibiliten su ejercicio efectivo (ver
http://juventud.ucr.org.ar/nota.php?NOTAID=1190 ).
EL DESAFÍO DE CONSTRUIR UNA OPCION COHERENTE PARA GOBERNAR CON RUMBO PROGRESISTA.
La demanda de articulación de la oposición política al gobierno que hemos señalado, se sitúa en gran medida en forma convergente con la rearticulación del Radicalismo (entendido aquí más allá de las estructuras de la UCR).
En los últimos meses hubo conversaciones, encuentros, entre las diversas expresiones políticas opositoras de cara a las elecciones legislativas de octubre próximo, en las cuales se renovará la mitad de las bancas de la Cámara de Diputados de la Nación y un tercio del senado.(5)
Conviene pues analizar esquemáticamente el horizonte político del Partido de cara a las elecciones legislativas de este año.
1. Una primera cuestión está centrada en el camino del reencuentro radical, donde debemos resaltar la importancia de nuestra experiencia histórica, tanto de la reorganización partidaria luego del golpe de estado de 1930 con la reincorporación de numerosos antipersonalistas –propiciada por Yrigoyen y Alvear- como la acción y la prédica de Crisólogo Larralde en aquella frustración nacional que significó la ruptura de 1956/57 (6). Una organización partidaria moderna con reglas claras y con comportamientos disciplinados de sus actores internos es una aspiración irrenunciable. En la dicotomía que se plantea entre espacios y partidos políticos, desde la Juventud Radical afirmamos la necesidad de un partido político popular, democrático y nacional con presencia territorial en toda la República, con instituciones partidarias con fuerte legitimidad que sancionen y ejecuten la línea política del Partido, instancias de participación, de estudio y elaboración programática y procedimientos de selección de candidatos que no renuncien a la democracia interna. En ese sentido lo planteado por los sectores juveniles del Radicalismo en la Convención Nacional reunida en Carlos Paz el 3 y 4 de octubre del año pasado (
http://juventud.ucr.org.ar/nota.php?NOTAID=1269) Las derivaciones de las elecciones internas presidenciales de fines de 2002 no deben ser la ocasión para desterrar la potestad del afiliado para expedirse sobre sus candidatos.(7)
2. En segundo lugar, se plantea la conformación de alianzas o frentes para las elecciones legislativas con fuerzas políticas opositoras, sean estas de origen radical o tengan afinidad ideológica con el Radicalismo que hagan posible arribar a coincidencias programáticas sólidas, puesto que las alianzas que se formulen esté año tendrán necesaria proyección en las próximas elecciones presidenciales. La acción parlamentaria conjunta en el Congreso Nacional está constituyendo un marco de actuación y experimentación muy útil al efecto. Cabe decir que junto a la dimensión nacional existe y adquiere suma relevancia la cuestión territorial, donde el Radicalismo mantiene ventajas organizacionales y presencia frente a las otras fuerzas opositoras con las cuales es posible converger en listas para octubre próximo.
3. El diálogo y eventuales acuerdos con otras fuerzas opositoras al gobierno nacional y con el peronismo, en cualquiera de sus expresiones. Y es que desde la JR no concebimos que exista ningún límite fundado en la moral que impida la discusión, el diálogo y el acuerdo con los actores de la política democrática. El único límite está dado por la deslealtad para con el sistema democrático. Sin embargo, estos acuerdos no deben plantearse en términos electorales. Las lecciones de la experiencia de la Alianza así lo indican.
Y es que una alianza, unión o frente de carácter progresista y modernizador que se proponga gobernar la Argentina debe estar cohesionado en torno a claros objetivos políticos y contar con una elaboración programática consistente, además de preparar equipos con solvencia política y técnica. Para ello es imprescindible la afinidad ideológica, en particular en torno a las cuestiones vinculadas a los objetivos básicos de gobierno.
Las enormidades del oficialismo –no menores que las del gobierno justicialista de la década del ’90-pueden llevarnos al error del antikirchnerismo. Debemos evitar caer en el, como se ha eludido el error del antiperonismo fomentado por la lógica amigo/enemigo de la actual versión del justicialismo en el gobierno.
La oposición al oficialismo debe ser dura y leal y responsable a un tiempo. Es posible llegar acuerdos con expresiones políticas opositoras sin que ello importe la coincidencia electoral. Es deseable asimismo avanzar en caminos de diálogo y entendimiento con el peronismo. Más para ello es preciso tener correlaciones de fuerza de las que se carece. Máxime en un sistema político como el argentino el cual propende a la irresponsabilidad de los actores institucionales. Por ello es que la apuesta por una cultura política colaborativa y responsable, es un objetivo que debe ser encarado sin ingenuidades y con extrema prudencia, pero sobre todo, constituye un desafío central para encontrar el camino hacia una sociedad abierta y en desarrollo.
Notas. 1. Sólo se computan los gobiernos provinciales peronistas, mas allá de la alineación con el peronismo a nivel nacional de gobiernos de origen radical. Se incluyen como gobiernos peronistas los de Tucumán y Misiones. 2. Nos referimos a los comicios del 24 de octubre de 1999, en que el frente integrado por el PJ y la UCEDE recibió el apoyo provincial de Acción por la República (que postulaba a Domingo Cavallo al presidencia) lo que permitió el triunfo de Ruckauf-Solá ante la fórmula de la Alianza integrada por Fernandez Meijide y Posse. 3. Entre ellas las tres mas grandes, Buenos Aires, Santa Fé y Cordoba, en esta última luego de 15 años de gobiernos radicales.4.Una excepción pudo ser quizás el triunfo electoral de la coalición del “No” en Misiones, que impidió la consagración de la reelección indefinida del gobernador. 5. Las ocho provincias que elegirán cada una tres senadores nacionales –dos por la mayoría y uno por la minoría- son Santa Fé, Córdoba, Mendoza, Tucumán, Corrientes, Chubut, La Pampa y Catamarca. 6.El mentor del 14 bis de la Constitución Nacional buscó a toda costa contemporizar posiciones y evitar la ruptura del Partido desde el comité de la provincia de Buenos Aires que presidía, y cuando ya estaba esta consumada, encabezó la reorganización partidaria del tronco del árbol radical como presidente del Comité Nacional de la UCR del Pueblo. 7.Debemos recordar que buena parte de los problemas de aquella elección de la fórmula presidencial de la UCR derivaron de la utilización del sistema de internas abiertas.
Comité Nacional de la Juventud Radical
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